jueves, 29 de septiembre de 2011

Amaiur 1522, nuestra historia desconocida

Sobre la localidad baztandarra de Amaiur, al norte de Nabarra, un monolito recuerda a los últimos defensores del reino de Navarra. Nombres hasta hace bien desconocidos salvo por la soledad de un monumento, erigido en aquellos tiempos donde la historia enseñada en las escuelas se limitaba a la lista de los reyes godos y las gestas del Cid. Una historia, la nuestra, que como en otras ocasiones vaga por el olvido que se le asigna al perdedor.
Pero, a pesar de siglos de tergiversación histórica, los hechos que sucedieron empujan con fuerza al recuerdo de aquellos navarros y no franceses o traidores a España tal y cómo se les denominó durante mucho tiempo.
Aquella historia debe comenzar obligatoriamente el 19 de julio de 1512, fecha en que las fuerzas de los reyes católicos atraviesan la muga de Navarra por Ziordia con el Duque de Alba a la cabeza.
De poco valió el intento de reunir tropas por las cortes, la protesta formal de los embajadores en la corte de Castilla o el intento de asegurar su neutralidad con tratados.
Monumento erigido el 17 de junio de 1922 en la cumbre de la colina de Amaiur/Maya, en recuerdo de los defensores del castillo de Amaiur.
Como ocurrió en otras conquistas del reino, se aplicaba el mismo guión: justificaciones por aparentes traiciones, bulas de excomunión y el uso de la fuerza.
A partir de ese momento, las piedras de aquel pequeño bastión sito en Baztán, cuyo cometido hasta entonces era la de proteger una frontera inofensiva y un peaje cercano a la parte del reino de Baja Navarra, se convertirá en fortaleza-mojón que marcará el límite entre las dos principales potencias europeas y por tanto será claro objetivo tanto por los españoles como por los legitimistas navarros.
Es ahora, quinientos años más tarde, y a pocas fechas de la “celebración” de aquella conquista, cuando un grupo de investigadores, ajenos a congresos institucionales, nos adentramos en el archivo de Navarra para revisar las cartas de los defensores de Amaiur y en el de Simancas, para conocer la perspectiva de los vencedores. Letras que en ocasiones reflejan ese drama humano o la situación que vivieron los navarros antes de la épica batalla.
Aquellos personajes, labrados en el monolito, cobran vida en la caligrafía: Jaime Vélaz de Medrano, alcaide del castillo, su hijo Luis Vélaz de Medrano, Miguel de Jaso, hermano de San Francisco Javier, Juan de Olloqui, Juan de Azpiliketa, Luis de Mauleón, Victor de Mauleón y otros navarros llegando a un número aproximada de ciento cincuenta.
Para conocer su historia estamos obligados a retroceder a esa Navarra del siglos XVI, situándonos un 30 de junio de 1521 o cuando se decidió el futuro del reino en las campas de Noain, localidad situada a unos kilómetros de Iruña/Pamplona. Fue en aquella jornada, fatídica para muchos, cuando sufrió una severa derrota el ejército franco navarro al mando de Asparrot.
Aquella batalla, que no pasará a los anales por su duración, obligaría la retirada de las tropas leales al rey navarro Enrique de Albret.
No pasó mucho tiempo, en otoño del mismo año, en que parte de aquellas tropas derrotadas en Noain al mando del Mariscal Bonnivet, tomarán algunas posesiones en el Pirineo Navarro con un claro intento de volver a intentar reconquistar el reino.
El domingo 29 de septiembre de 1521 las tropas franco navarras sitiaron al castillo de Amaiur y comenzaron a emplazar las piezas artilleras frente a la recién remodelada fortaleza baztandarra. Semanas antes, su eufórico alcaide Antón de Alguacil escribía al virrey explicando las mejoras y deseando entrar en combate para probar las nuevas defensas. Poco a poco su optimismo se torno desgracia al ver que la fuerza de los cañones eliminaba sus defensas obligándole a pactar una deshonrosa rendición como reflejan los documentos del archivo de Simancas. La bandera de los Labrit volvía a ondear en lo alto de su torre mayor y se procedía a recomponer el castillo para hacerlo más operativo.
A partir de aquel momento se establecería un pequeño territorio independiente del resto del reino. Elizondo se convertiría en un puesto de avanzadilla y se establecieron lugares de vigilancia en el puerto de Belate y en puntos cercanos a Doneztebe como Bertiz y Ziga.
Desde finales de 1521 a principios de 1522 se vivió una etapa de cierta tranquilidad en el mini territorio independiente, que incluso sirvió para mantener unos puestos aduaneros y un control de la zona desde el puerto de Belate hasta la costa en Hondarribia, cuya principal fortaleza estaba controlada por el ejército legitimista.
Sin embargo, las noticias que llegaban de Pamplona a mediados de 1522 explicaban la reunión de un ejército cuyo principal objetivo era reconquistar Amaiur. El abad de Urdax, escribía al alcaide Jaime Vélaz de Medrano de las noticias que le eran transmitidas por sus confidentes y anima a su alcaide para la defensa.
Las posiciones adelantadas en los límites de Baztan se abandonaban un 13 de Marzo a raíz del revés que sufrieron las tropas en su intento de tomar Doneztebe, lo que cerraba aún más el cerco de Baztán.
El 3 de julio de 1522 la artillería se concentraba en la campa de la Taconera de Pamplona y dos días más tarde, tras ir completando parte del ejército con tropas castellanas y beamontesas partirán con el virrey Conde de Miranda a la cabeza en dirección a Baztán.
Las tropas en formación debieron crear una larga columna de casi 4 kilómetros contando con el tren de artillería —6 sacres y 13 cañones pequeños— que era empujado por bueyes y mulos a 4 pares de bueyes por sacre y otro tanto de mulos para las piezas más pequeñas, además de los 13 carros que llevaban los suministros y otros que acompañaban a los cañones.
El día 5, y a pesar de las condiciones en que se encontraban los caminos, llegaron a Lantz, deteniéndose algunos días en espera de bastimentos, de la preparación de los caminos del puerto para poder pasar la artillería y en reagrupar a las últimas tropas que se unían al grueso del ejército llegando a los 1600 jinetes y 10.000 soldados de a pie.
Las cartas explican que al día siguiente partieron de Lantz y tomaron la calzada de Belate para llegar a Ziga y Berroeta. El notario de Elizondo avisaba de todo ello a Miguel de Jaso, quien ya debía estar informado por los hombres puestos en el puerto de Belate. Las puertas del castillo permanecían cerradas durante todo el día y prepararon los cuatro cañones que contaban para su defensa.
Poco a poco la gran columna avanzaba. El 12, el grueso del ejército del emperador se encontraba en Elizondo y el 13 de julio de 1522, las tropas castellanas-beamontesas tomaban posiciones frente al castillo de Amaiur, distribuyéndose por capitanías y buscando el punto idóneo para colocar las piezas de mayor calibre.
No se hizo esperar a que los artilleros a las órdenes de Meneses de Bobadilla comenzaran a batir la fortaleza con un incesante cañoneo pero el poco éxito obligó a que tuvieran que mudar las culebrinas a otro punto más idóneo o donde la fortaleza era más débil.
Las crónicas reflejan la valentía de los defensores que consiguieron rechazar varios ataques e incluso se documentan enfrentamientos fuera del castillo por parte de Tristán de Maya, Alain de Bertiz, el señor de Belzunze y León de Ezpeleta.
Amaiur.
El virrey y el Condestable viendo el poco resultado que producía la artillería en los muros del castillo dieron orden al Coronel Gutiérrez Quijada para construir varios túneles con la intención de llegar hasta los cimientos del castillo y rellenarlos de pólvora para volar sus defensas. Días más tarde, el 19 de Julio, y siguiendo las ordenes, una gran explosión destruye parte del cubo grande y obliga al alcaide Jaime Belaz de Medrano a pactar una rendición del castillo a pesar de la negativa de varios defensores entre los que se encontraba su hijo Luis.
Tras tomar el castillo, el virrey Miranda, envió un jinete a Santander para comunicar al emperador la toma de la fortificación en el mismo instante que desembarcaba en la ciudad cántabra.
Las bajas fueron numerosas por ambas partes. Las partidas de medicinas enviadas al hospital de campaña donde cientos de heridos sufrían quemaduras o la destrucción de varios cañones nos aportan datos de la dureza de los ataques.
Al día siguiente se dio orden de pagar 1 ducado a ciertas personas para enterrar a los muertos de la batalla en la iglesia de Amaiur mientras que otro pago relata el pago a Diego de Medrano por los alimentos de 39 prisioneros siendo el resto muertos en la batalla.
Los prisioneros fueron conducidos a Pamplona y encerrados en la prisión de San Nicolás pero su ofensa será con creces castigada. A pesar de los intentos del virrey Conde de Miranda para garantizar su seguridad, el 27 del mismo mes encontraron los cadáveres de Jaime Vélaz y su hijo Luis muertos y presumiblemente envenenados. Miguel de Jaso consiguió huir aprovechando un descuido de los guardias y de los otros prisioneros nada sabemos de su final.
El castillo fue mandado demoler en agosto de 1522, como otras tantas fortalezas y cercos amurallados navarros. Los datos de Simancas explican que para ello realizaron varias explosiones controladas, mandando previamente destruir los cimientos con ayuda de cuadrillas de canteros y con una gran desconfianza hacia los naturales.
Quinientos años más tarde, sabemos más de la historia de aquellos fieles navarros que buscaron recuperar su independencia.
Iñaki SAGREDO GARDE, El Castillo de Amaiur a través de la historia de Navarra

miércoles, 28 de septiembre de 2011

PATRIA Y SIMBOLOS

El concepto de “patria” es de tradición greco-romana, para hacer después referencia al conjunto formado por Roma, el territorio, el Estado el pueblo romano, y posteriormente casi toda Europa. El significado de patria, en la antigüedad, representaba algo tangible, cercano y practico. Es un concepto distinto al de nación y gens.
En la antigüedad el Estado era la ciudad y también la patria, los individuos se identificaban vitalmente con el pueblo y a la ciudad, pero mediante el Estado nación se identificaban con patria. Ciceron dijo, “la patria es aquel lugar donde se esta bien”, que para un romano como el podía ser cualquier lugar de su amplio imperio.

Las fuente documentales navarras recogen este concepto, donde se aprecia ya un sentido político de la sociedad nacional, en el que confluyen, patria, pueblo, nación y estado. Así lo refleja el lema de los Infanzones Nabarros, cuyo lugar estratégico de reunión era Obanos: “pro libertate patria gens libera state” – por la libertad de la patria (estado) que la sociedad (nación) permanezca libre, o en la inscripción de la campana de Najera: “honor a dios y libertad de la patria” o en el derecho pirenaico: “secundum morem patrie”.

En el siglo X se dice del rey de Pamplona , Sancho Garces (905-925), que es el señor y gobernador de la patria y protector del pueblo:
            “Hecho esto, después de varios años, viviendo todavía aquel (Fortun Garces) Dios erige al rey Sancho Garces señor y gobernador de la patria y protector del pueblo, y reina de Pamplona y en Deyo. Reino durante veinte años y murió.”
El rey Sancho IV, el de Peñalen, (1054-1076) manifiesta en una donación al monasterio de Leire:
            (…) quod fuerunt mihi rogadores al Deum intibulatione que advenit mihi cum seniroibus patrie mea (L63,1961)
            (…) para que los monjes recen a Dios por mi en los problemas que tengo con los señores de mi patria”
Texto premonitorio de su muerte, llevada a cabo por sus hermanos quince años después.

Evolucion de simbolo nacional

El sol de ocho brazos.
Al menos desde el siglo X aparecen representaciones del sol de ocho brazos relacionados con el reino de Pamplona. En esta imagen de la ciudad de Estella aparece arriba a la izquierda, escudo clásico con punta conopial y tiracol (tiracol: correa del escudo con la que se colgaba al cuello. Con el clavo del que pendía en las casas, formaba parte de los primeros escudos esculpidos en piedra, dando la sensación de colgar de la pared como si fuera el utilizado en la guerra. En "Le Chevalier de la Charrette", escrita por Chrétien de Troyes entre 1177-1181, se narra que Lancelot colgó a la puerta de la posada su escudo rojo, según era costumbre). En el campo cinco estrellas de ocho puntas y bordura de aspas. Se atribuye a la familia Echávarri, y puede verse en una casa de la calle San Nicolás.
Arriba a la derecha, escudo de la tapa de un sepulcro en un lucillo en la fachada del Santo Sepulcro. Partido, con una estella de ocho puntas y un lobo en cada lado. Se cree que pertenece a la familia de García Pérez de Estella (García del Peaje), de quien hemos visto anteriormente un sello.
Abajo a la izquierda, escudo procedente de un edificio de la plaza de los Fueros, que hoy puede verse en una caseta en las huertas de Valdelobos. No se a qué linaje pertenece, pero, buscando analogías, la media luna y la estrella de ocho puntas forma parte del escudo de Villaba, población que en su fundación recibió el fuero del burgo de San Nicolás de Pamplona. También forma parte del sello de este burgo, por lo que veo una tendencia de las poblaciones de francos por el uso de la estrella.
Abajo a la derecha, lápida sepulcral existente en el altar mayor del Santo Sepulcro. Cuartelado: 1 y 4 una estrella de ocho puntas, 2 y 3 un bandado de ocho. Lleva la inscripción "LOS ECHAVARIS DE ESTA VILLA DE ESTELLA AÑO DE MCCCCLXV

La evolucion del crismon



En la anterior imagen se ve, según Louis Charpentier, la evolución del crismón. Siguiéndolas de izquierda a derecha podemos ver: 1º) el símbolo egipcio de la vida eterna; 2º) el símbolo anterior con el bucle cerrado; 3º) convertido en la letra griega "ro" (P), a la que se le ha añadido las letras Alfa y Omega; 4º) el conjunto anterior con la letra griega "ji" (X); y 5º) una S latina que puede ser la serpiente trepadora del símbolo del caduceo.

El carbunclo
A lo largo del siglo XII los ocho brazos toman formas flamigeras y florales, conformando lo que se denomino carbunclo. Este era una piedra preciosa, el rubi, al que se le atribuian propiedades mágicas, como la capacidad como el de iluminar en la noche. Algunos heraldistas y autores han mantenido este símbolo entre los enigmas, para evitar su identificación con nabarra. Sin embargo, casi siempre que aparece el carbunclo en la simbología y, posteriormente, en la heraldica europea, esta ubicado en un contexto que nabarro, sea por su presencia en acontecimientos europeos, como los de la batalla de Orreaga, los Concilios o las Cruzadas, o en representaciones del conjunto de los reinos europeos. Hoy sin embargo, algunos autores ligados a expresiones políticas o intelectuales del nacionalismo español, insisten en despojar al carbunclo de cualquier carácter representativo, llegando a afirmar que no era mas que un simple refuerzo metálico en el escudo.

El escudo estatal en Nabarra
Lo que afirmamos es la incuestionable existencia de un símbolo propio que, en lo fundamental a mantenido durante mas de diez siglos la misma estructura, modificando su representación plástica en varios modelos perfectamente reconocibles y relacionados, y que adquiere su forma casi definitiva en la numerosa representación existente en la catedral románica de Tudela.
            El símbolo del Estado nabarro tiene su origen en los antiguos y abundantes símbolos solares –que evolucionaron hasta el carbunclo de ocho brazos- y que con ligeras variantes (a veces solo, o acompañado de la luna creciente) han llegado a formar parte de mucho escudos de ciudades, pueblo, y villas tabarros. Dicho escudo se utiliza desde SanchoVI, siendo Teobaldo I cuando comienzan a representarse las barras pomeladas que serán característicos y exclusivos del escudo del Estado nabarro hasta la perdida definitiva de la independencia en 1620.
            El cronista español de la conquista de 1512, Correa, describe a la bandera que va en cabeza del ejercito navarro de color rojo con barras doradas. Son muchas las representaciones del escudo estatal de Nabarra que tienen fechas anteriores a la de la batalla de las Navas de Tolosa del año 1212; San Miguel de Estella (1160) Catedral de Chartres(1180), Monasterio de Monreale en Sicilia(1183), biblia de Pamplona(1189), o la pila bautismal de Iturmendi (S XII) contradiciendo el mito de las cadenas, que realmente no son representadas como tales hasta mediados del siglo XVI, consecuencia, de la invasión y conquista a sangre y fuego por las tropas castellano-leonesas catalano-aragonesas con el beneplácito del Estado del Vaticano.
            Como hemos visto, el escudo del Estado Nabarro ha evolucionado durante mas de mil años, partiendo de los abundantes símbolos solares que han perdurado hasta nuestros días, y evolucionado hacia el carbunclo de ocho brazos y el carbunclo de barras pomeladas, que tras la conquista Irán transformándose en cadenas. Este ha sido el único símbolo político vasco utilizado de forma general y permanente para representar el Estado europeo de Nabarra

Otros símbolos políticos

El árbol cruz
Puede tratarse de una reproducción de la cruz alzada o de mando que aportan los monarcas en la mano como símbolo de su poder. Esta cruz aparece representada con mástil, mas o menos largo, y unas flores o ramas a los lados a manera de árbol, en moneda desde Sancho III , el mayor, que permanecieron como distintivas de la dinastía en Aragón.


La terraza
Garcia el de Nájera (1035-1054) utilizo la “terraza” (un jarrón con azucenas/flor de lis), como símbolo personal.Hay quienes creen que este símbolo utilizado en algunos santuarios, solamente representa la advocación de María para representar su pureza ignorando su origen y su representación de Nabarra.

La flor de lis
La flor de lis esta representada en documentos navarros a lo largo del siglo XII, y a partir de 1234, con los Teobaldos (Champaña), formara parte del escudo del Reino, siguiéndoles las casas de Francia (Valois), de Evreux y de Labrit (Albret). Tras la conquista castellana, la flor de lis se convirtió en seña de identidad de los Agramonteses frente a los ocupantes que utilizaban el águila imperial.






El águila / arrano de Sancho VII

En los ultimos veinticinco años se ha creado cierta mitologia en torno al agila de Sancho VII como emblema mas antiguo y genuino de Nabarra. Esta interpretación es equivocada y refuerza la pretensión del nacionalismo español de negar la existencia del simbolo nacional de ocho brazos anterior a Sancho el Fuerte. Mientras que el llamado arrano beltza es un simbolo utilizado por Sancho VII (1194-1234) como sello personal tal y como se especifica en la firma de sus documentos. Los escudos de Nabarra en la catedral de Tudela, ciudad de resistencia real, son la mejor prueba de ello.

Bibliografia:
Navarra Estado Europeo
Sasua
Wikipedia



 

jueves, 22 de septiembre de 2011

El estado te quiere a ti.



Aunque tu no le quieras al Estado, ni tan siquiera desees tener un Estado, hay algún Estado que te quiere. Puede ser con uno de esos amores que matan, pero quiere apropiarse de ti. Entero y verdadero. En todos los ámbitos de la vida, los cotidianos y los menos cotidianos. Ya lo dijo Hobbes; “entre los monstruos fríos el más frío es el Estado” y tenía razón.

Entre nosotros hay mucha gente que afirma rotundamente: ¿para qué queremos un Estado? Y ahí está el meollo del asunto. No es que nosotros queramos o no un Estado, sino que siempre tenemos encima un Estado que nos quiere a nosotros. El mundo es así, y no hay espacios en blanco, o en gris, donde se pueda existir al margen de ellos. O tienes el Estado que tú eliges, o si te desentiendes tendrás el que otro elija por ti.

El Estado nos nacionaliza, nos chupa los impuestos y, en teoría, nos devuelve una parte en forma de prestaciones sociales, educación, sanidad, etc., y de conceptos inmateriales como defensa, seguridad, cohesión social, sentido de pertenencia o la identidad. Y encima se lo anota en su “haber”, en forma de presunción de eficiencia, legitimidad, orden...

El problema surge cuando las prestaciones sociales que genera el “monstruo frío”, tangibles e inmateriales, se manifiestan contrarias a la de la sociedad que lo sostiene. Que le paga con sus impuestos. Es lo que ocurre cuando una sociedad no encaja en los proyectos de sus élites, quizás porque pertenecen a otro grupo social y tienden a promover lo que les conviene. Es un conflicto de poder y de intereses. Efectivamente, un sistema educativo que favorece a la nación dominante, unos medios de propaganda que la ejercen descaradamente en favor de su identidad (y en contra de la que no tiene medios para imponerse), un sistema judicial claramente estructurado para penalizar a los dominados y unas fuerzas represivas en el mismo sentido, sólo pueden ir al “debe” de la sociedad subordinada.

Ejército, policía, sistema judicial por un lado. Lengua, educación, medios de comunicación y propaganda, por otro... Pueden ser servicios si responden a los intereses de una sociedad dada. Pero serán cargas opresivas, insoportables, cuando responden a los intereses de un grupo nacional extranjero con intenciones asimiladoras.

Recuerdo hace bastantes años un eslogan del Pnv que decía “Euzkadik behar zaitu”. Hoy no hablaríamos de “Euzkadi” sino de “Navarra”, “Euskal Herria” o “Nafarroa”. Pero hay algo que se sobrepone a esa necesidad que es el querer. El Estado te necesita. Estatuak nahi zaitu. Nadie puede permanecer al margen de esa querencia. Por eso precisamente es necesario tener un Estado propio. Si no lo tienes, los que ejercen esa función porque así se lo han propuesto te quieren para ellos. Para pagar sus impuestos, para chuparte la sangre, para engrandecerse, sí, pero, sobre todo, para que sirvamos como un eslabón más en su proceso nacionalizador, español o francés, en la asimilación en sus respectivas sociedades y en la aniquilación de la nuestra.

El Estado te quiere, te necesita. Pero una condición necesaria para que eso funcione sin que destruya la sociedad que lo sostiene es que tú lo legitimes, que lo admitas, que quieras al Estado, aunque sea con todas las reticencias que merece el “monstruo frío”. Es necesario que en cierto modo sea “tuyo”, que permita el desarrollo equilibrado de la sociedad, de su lengua y cultura, de su presencia como sujeto en el mundo. Y para eso, es necesario un Estado propio. Podemos decir que “el Estado te necesita”, pero si es un Estado que va a la contra de nuestra sociedad, nos sobra, lo rechazamos. Para legitimarlo tenemos que utilizarlo como nuestro, para nuestro bien y nuestra defensa. La necesidad es recíproca y entonces la querencia, relativa siempre, será también reciproca. Siempre, por supuesto, un amor por interés.
                                                                                                          
Eneko Urliaga


miércoles, 21 de septiembre de 2011

Exigencia al Comité Especial de Descolonización de la ONU

Exigencia al Comité Especial de Descolonización de la ONU
Nabarrako Burujabetza Komisioa- Comisión Soberanista de Nabarra

La Organización de las Naciones Unidas celebró el pasado día 14 de diciembre de 2010, el cincuenta aniversario de la Resolución 1514 (XV). Esta Resolución es específica para la descolonización de todos los territorios ocupados en el mundo. Desde entonces y gracias a la Jurisprudencia Internacional, la gran mayoría de colonias sometidas por países invasores ha podido recuperar su libertad, pero, desgraciadamente, todavía quedan naciones subyugadas a la explotación colonial como lo es Nabarra, una de las colonias más antiguas del mundo que, además, fue tomada y usurpada su soberanía por la acción brutal militar llevada a cabo por España y Francia, unos países que en la actualidad no cumple los mandatos del Comité Especial de Descolonización de la ONU, ni respeta los Derechos Humanos, Civiles y Políticos relacionados con la grave situación civil, política, económica y por supuesto geopolítica del Estado de Nabarra.

Tanto el Estado español (Castilla-León y Barcelona) como el francés, cometieron crímenes de lesa humanidad durante los largos periodos de invasiones y ocupaciones realizados contra el Estado de Nabarra, entre 1136 y 1620, aniquilando las Instituciones propias nabarras en el año 1789 por Francia y 1841 por España, y siguen perpetuando la represión contra el Pueblo-Nación de Nabarra. Después de las ilegales y crueles conquistas junto a la labor represiva de la Inquisición Católica ampara por el Estado Vaticano, la lengua y cultura propia de los nabarros y nabarras comenzó a ser perseguida, tanto por España como por Francia, con la única intención de su exterminio y la colonización total de los habitantes naturales del Estado de Nabarra.

El grado de colonización ejercido desde las metrópolis de Madrid y Paris, a lo largo de estos largos siglos, ha sido tan enérgico que gran parte de los actuales habitantes de Nabarra están totalmente amilanados y mentalmente encadenados; ciudadanos y ciudadanas que en la actualidad no tienen nacionalidad propia y se sienten indefensos al carecer de fronteras y no poder establecerlas debido a la condición colonial de Nabarra, dividida y perteneciente ilegalmente a unos Estados imperialistas. Ciudadanos y ciudadanas que se sienten desamparados porque los diferentes Gobiernos existentes en las diferentes divisiones impuestas en nuestro territorio, representan sin ningún tipo de duda una falsa autonomía, actuando al servicio de la potencia imperialista y colonizadora, permitiendo que los Gobiernos español y francés recauden los impuestos más importantes y aumenten continuamente los cupos. Recaudaciones de la que nunca devuelven las cantidades correctas y necesarias para remediar el grave estado económico y social existente en la Nabarra Plena.

Las consecuencias de la situación actual no es el efecto de la crisis que comenzó en 2007, sino la abusiva y perpetuada explotación económica, lo que está provocando el incremento delicado y peligroso de gente que vive bajo el umbral de la pobreza, la aprobación de “eres” por parte de esas instituciones impuestas, el cierre de pequeñas y medianas empresas, incrementándose con ello finalmente el número de parados y paradas por toda la geografía política de Nabarra.

Por todas estas razones, y las otras expuestas en anteriores solicitudes llevadas a cabo durante el presente año, hacemos una nueva petición al Comité Especial de Descolonización, la cual está basada en el procedimiento de la Asamblea General de las Naciones Unidas, pues, según consta, "el Comité formula asimismo recomendaciones en relación con la difusión de información para movilizar a la opinión pública en apoyo del proceso de descolonización". En este sentido, denunciamos que en la totalidad del territorio de Nabarra existe eternizada la censura; motivo por el cual, salvo honrosas excepciones, los medios de comunicación se niegan a informar al Pueblo-Nación de Nabarra. Por consiguiente, solicitamos que se reconozca el innegable estatus colonial del Estado de Nabarra, algo que podrá comprobar el Comité Especial de Descolonización si llevara a cabo la investigación obligada correspondiente

lunes, 19 de septiembre de 2011

La conquista de Navarra, cronica de una ilegalidad

En tiempos de Sancho VII el Fuerte, Navarra sufrió la pérdida de la parte occidental de su territorio: el Duranguesado, Álava y Guipúzcoa, a manos de Castilla, la cual ya había firmado anteriormente con Aragón numerosos tratados para repartirse nuestro reino. En la invasión castellana cabe destacar el duro asedio de varios meses que tuvo que soportar la ciudad navarra de Vitoria. Doce años después, en 1212, el rey navarro participó en la batalla de las Navas de Tolosa junto a otras monarquías peninsulares, con la intención de conseguir prestigio entre los otros reinos cristianos y poder negociar la recuperación de los territorios usurpados. Pese a ello, Sancho el Fuerte no recibió gratitud alguna por parte de Castilla, ya que ésta jamás devolvió los territorios navarros. No es de extrañar que, a partir de esa grave amputación que sufrió su territorio, Navarra acabase dando la espalda a los reinos hispanos y tomase otros derroteros en su política internacional dirigiendo su mirada al norte. A Europa.
La muerte sin descendencia de Sancho VII propició que subiera al trono su sobrino Teobaldo I, de la casa francesa de Champaña, en abril de 1234, lo que propició que Navarra comenzase a girar en la órbita francesa. A partir de entonces, y hasta el año 1512, cuando se produce la invasión y conquista de Navarra por los ejércitos castellanos, distintas dinastías francesas se suceden en el trono de Navarra, y durante siglos quedó unida la historia de Navarra con la historia de Francia.
En julio de 1512 se produce la invasión en toda regla de Navarra por los ejércitos españoles con el propósito de integrarla definitivamente en la corona de Castilla, y es ocupada, en pocos días, militarmente. Pero como Navarra mantenía lazos estrechos con Francia, ésta colaboró en la organización de un ejército de resistencia franco navarro para liberar al reino del ejército invasor. La resistencia navarra duró 18 años, hasta el año 1530.
El contraataque del ejército leal a los reyes de Navarra no se hace esperar y se produce en octubre de ese mismo año, cuando un ejército formado por navarros, gascones y franceses se adentraron en el reino al mando de Juan de Albret. Varias ciudades del interior se alzaron, como Estella, Villamayor de Monjardín y Tafalla, llegando a sitiar Pamplona. Ante la llegada de refuerzos castellanos por el Perdón, se realizó un asalto precipitado de Pamplona el 27 de noviembre, que fracasó. Debido a la proximidad del invierno, las tropas franco navarras iniciaron la retirada hacia el Baztán.
En el año 1516, por orden de los reyes de Navarra el mariscal Pedro de Navarra realizó gestiones diplomáticas ante la Santa Sede para la recuperación del reino que fueron inútiles, para posteriormente recibir el encargo de recuperar militarmente el reino. A primeros de marzo de este año, y aprovechando la muerte de Fernando el Católico, se prepararon tres cuerpos de ejército para iniciar el segundo contraataque navarro. Al fracasar este segundo intento de recuperar el reino, el ejército franco navarro se replegó al Bearn. En una de las batallas fue apresado Pedro de Navarra, el cual apareció muerto 6 años después en el castillo de Simancas.
Sin éxito en la vía militar, se intentó la diplomática. La última tuvo lugar en Montpellier (1519), no arrojando ningún éxito, por lo que los reyes navarros, apoyados por Francia, realizaron un último intento bélico.
En 1521, mientras la Guerra de las Comunidades asolaba Castilla, tuvo lugar un alzamiento generalizado en toda Navarra, incluyendo las ciudades beaumontesas, al tiempo que un ejército franco navarro que vino por el norte, consiguió reconquistar toda Navarra. Las tropas mandadas por el general Asparrots, compuestas en su mayoría por gascones, sometieron el 15 de mayo San Juan de Pie de Puerto y posteriormente Roncesvalles y Burguete. El virrey de Navarra salió huyendo de Pamplona hacia Alfaro el mismo día 17, siendo asaltado en el camino y saqueado en Esquíroz. En Pamplona, los escasos soldados castellanos se quedaron encastillados en la fortaleza durante dos o tres días. Entre ellos estaba el capitán guipuzcoano Iñigo de Loyola que fue herido en el bombardeo realizado durante seis horas para rendir la plaza. Entre los atacantes se hallaban los dos hermanos de Francisco de Jaso, Miguel y Juan, que se quedarían al cuidado de la ciudad. La recuperación del reino por los franco navarros sólo tardó quince días, fue más fulgurante que la conquista efectuada por el Duque de Alba en 1512.
Tras tomar la capital, las tropas del general Asparrots atravesaron el reino para atacar Logroño. A su paso saquearon Los Arcos que se mantenía fiel a Carlos I, que pertenecía a Castilla desde 1463, y que ofreció resistencia a su avance, pero en lugar de asegurar el territorio, las tropas navarras se dirigieron a Logroño y lo cercaron. El 5 de junio las baterías de Asparrots bombardeaban la ciudad, pero el día 11 tuvo que levantar el cerco e iniciar el repliegue hacia Pamplona, al reorganizarse el ejército imperial.
Durante el repliegue de las tropas de Asparrots, las primeras escaramuzas ocurrieron en Puente la Reina, donde los castellanos perdieron un escuadrón completo de 300 hombres. Posteriormente, y dada las superioridad numérica de las fuerzas castellanas, éstas ocuparon Estella y Puente la Reina. Finalmente presentaron batalla en las cercanías de Pamplona el 30 de junio, librándose en campo abierto la sangrienta batalla de Noáin, con la derrota de los franco navarros y donde murieron más de 5.000 combatientes, casi todos de las tropas de Asparrots, resultando éste herido y preso. Tras esta derrota, los restos del ejército franco navarro se dispersaron, aunque algunos combatientes se hicieron fuertes en el castillo de Amayur, donde resistieron hasta el 19 de julio de 1522, y en Fuenterrabía que resistió hasta marzo de 1524.
Tras una intermitente ocupación de la Baja Navarra por parte de las tropas del emperador Carlos V en 1528, éste decide abandonar el territorio por su difícil defensa.
De esta injusta manera, y al amparo de la ilegalidad, Navarra quedó para siempre divida en dos.

Patxi Aranguren Martiarena
Economista de la UPNA

viernes, 16 de septiembre de 2011

Navarra es la nacion


Tomás Urzainqui Mina, jurista e historiador nabarro.

Hace algún tiempo publiqué sobre el tema de nación y comunidad los artículos Euskal Herria ez da nahikoa (No basta con Euskal Herria) , y más recientemente Euskal Herria no es el sujeto político, en los cuales analicé la comunidad, ahora pretendo complementarlos, profundizando en la nación, aspectos ambos de la misma sociedad. Así, Ferdinand Thönnies analizó científicamente la sociología de las sociedades y comunidades en Comunidad y asociación, donde afirma que "la nación es a la comunidad lo que el animal es a la planta. La idea del cuerpo social, de igual manera se encarna de manera más pura en la comunidad y de manera más plena en la nación". Estas comparaciones permiten explicar la comunidad y la nación en esta sociedad dominada -y comprender mejor el aparente problema que para algunos supone la coexistencia de lo vasco y lo navarro-. La nación es la que hace posible la imprescindible libertad individual y colectiva del conjunto de la sociedad.

Sabino Arana, al describir el eco que la Gamazada tuvo en Bizkaia, señaló que la unidad patriótica de los navarros, de toda clase y condición, en defensa de la soberanía política, económica y de los derechos de Navarra frente a la agresión del Estado español, era un verdadero modelo nacional. Resaltando que al volver de Iruña a Bilbao les recibieran en esta ciudad a los gritos de: "Viva Navarra". José Miguel Barandiaran, en su investigación etnográfica no obvió, sino todo lo contrario, la trascendencia de la presencia del Estado propio, el Reino de Navarra, junto a la cultura popular vasca. Autores de la importancia de Arturo Campión, Jesús Etayo, Manuel Irujo, Anacleto Ortueta, J.A. Agirre Lekube y otros entendieron que Navarra es el objeto de la nación y el estado histórico de los vascos, mientras que buena parte del movimiento nacionalista vasco insistía principalmente en la defensa y la recuperación de la lengua y cultura vascas.

La Nación y el Estado de Navarra: La nación navarra está constituida, como tal, hace más de ochocientos años, desde el momento que integra a la pluralidad de comunidades existentes en su ámbito territorial, posee su estatalidad e instituciones nacionales y, sobre todo, reivindica un patriotismo navarro para defender a la nación pro libertate patria gens libera state. Reconocer y defender la realidad de nuestra sociedad libre y soberana comienza por afirmar el Estado propio, su sociedad política plural e intercultural, donde su clave lingüística y cultural es el euskera.

Por si a estas alturas hay alguien que no se haya enterado, Navarra es el nombre del Estado europeo que nos es propio, y la conquista del mismo por España y Francia ha tenido y tiene una repercusión inmediata en la vida, derechos y libertades de todos nuestros conciudadanos. Lo que incluye a todas las personas que residen en los territorios navarros afectados por las citadas conquistas, pues tanto lo referente a la realidad objetiva nacional navarra como a la realidad objetiva lingüística se debe a la situación de Estado conquistado, que solo acabará con la desconquista.

Mientras Navarra es la garantía de la libertad y la independencia internacional de toda la sociedad, Euskal Herria es la presencia universal de la comunidad euskaldun, solo garantizada por la sociedad nacional y su Estado que es Navarra. Sistemas estatales, jurídico, monetario, económico, fiscal, educativo, sanitario, diplomático (tratados y de relaciones internacionales), comunicaciones, defensa, judicial, y la territorialidad donde se aplican, que solo los tienen los estados, aunque sean conquistados y ocupados como el nuestro. Los tratados y relaciones internacionales reflejan a Navarra como sujeto político independiente internacional. Hasta la conquista de 1620 es sujeto activo internacional, convirtiéndose luego en objeto pasivo de los tratados. Pero, a pesar del negacionismo impuesto, en los tratados vigentes entre España y Francia figura Navarra, a la que dichos estados ocupantes consideran cínicamente como las dos partes surgidas tras la separación de las dos navarras. La territorialidad navarra es reconocida por el derecho internacional a pesar de haber sido dividida, y mantiene el nombre de Navarra en buena parte de su territorio.

El sujeto nacional: En la actualidad asistimos a una mayor presencia de Navarra como sujeto político, en cada vez más amplios sectores de la ciudadanía y de forma más o menos superficial en algunos dirigentes de las distintas formaciones del movimiento abertzale, que se muestra entre otras manifestaciones desde la amplia oferta y demanda de obras de investigación y divulgación del acervo nacional de Navarra (historia, historia política, derecho, instituciones, monumentos, símbolos), hasta una creciente presencia de sus símbolos y banderas en actos sociales y políticos en todo el territorio nacional. En muchas ocasiones compartiendo el espacio con la ikurriña. Lo vasco y lo navarro, la lengua y el estado, lo cultural y lo político, la comunidad y la sociedad, lo étnico y lo nacional, la sociología lingüística y la sociología política, la historia de la cultura y la historia jurídica (del derecho), la lingüística y la filosofía del derecho, la comunidad y la nación son manifestaciones de aspectos diferentes, pero inseparables, de la misma realidad social.

Hacer abstracción de la real y verdadera Nación de los vascos que es Navarra, para crear otra, de inevitable factura esencialista, llamándola Euskal Herria, es un craso error político, social, cultural y económico, y supone en primer lugar un inconsciente colaboracionismo con las dos naciones que han conquistado nuestra patria. Pues los dos estados ocupantes están encantados de que el Estado conquistado y dominado por ellos sea también negado por los propios ciudadanos subordinados, reduciéndolo a la mera condición de una comunidad cultural, étnica y lingüística, que, querámoslo o no, así se muestra, obviando e ignorando a su Estado propio.


La Nabarra plena

Soberanía: El termino soberanía (1) se conceptualiza como el derecho de una institución política de ejercer su poder. Tradicionalmente se ha considerado que son tres los elementos de la soberanía, territorio, pueblo y poder. En el derecho internacional, la soberanía es un concepto clave, referido al derecho de un estado para ejercer sus poderes. Carre de Malberg, en su obra “Teoría General del Estado” dentro del apartado,
En independencia en el exterior y superioridad en el interior del Estado, nos indica lo siguiente: soberanía interna y soberanía externa no son sino los dos lados de una sola y misma soberanía.

1. Soberanía o subordinación, Tomas Urzanqui Mina, 2005. “La soberanía es un concepto clave de la sociedad política. Las premisas de que la soberanía por naturaleza no puede ser compartida y que sin soberanía no hay democracia, nos pone en la pista de su verdadero significado. El principio de libertad de decisión, que se atribuye a la colectividad social de rango estatal, es hoy en día el rasgo fundamental y mas característico de la soberanía”.

LA NABARRA PLENA

Los soberanistas Nabarros que defienden esta tesis territorial, Nabarra osoa,  se basan exclusivamente en la larga historia política de los vascos (nes) y mas concretamente en la historia del Estado que crearon y les represento, de una manera independiente y soberana, ante las demás naciones de Europa y por ende, del mundo. Este estado fue en primer lugar, el Reino de Pamplona, el cual posteriormente cambio su nombre por el de Nabarra. Uno de los primeros políticos que podemos situar dentro del denominado nacionalismo vasco, que planteo esta unidad política y territorial para el estado de los vascos, fue Anacleto Ortueta , Navarra y la unidad política vasca, 1931.

Otra importante defensa de esta política territorial, la que encontramos en el trabajo de Sarrailh de Ihartza, pseudónimo del getxotarra Federico Kutwing Sagredo, concretamente en una obra divulgada en el año 1979, y que llevaba por titulo Vasconia. En ella nos dice lo siguiente:

“Todo buen vizcaíno, guipuzcoano, riojano,etc, que se diga nacionalista debería sentirse navarro y desear la restauración de este Estado, en forma de Republica Vasca, tal y como la promulgaba Irujo durante el exilio en Londres”.

Manuel Irujo fue un político nacionalista vasco que nació en la localidad de Lizarra, que durante el año 1945 y desde el exilio londinense, realizo un anteproyecto de constitución para la Republica de Nabarra. En esa constitución ya existía una mayor consideración política a la territorialidad del Estado vasco(on), basada íntegramente en la historia política territorial desarrollada a la largo de la historia desde el Reino de Nabara, que podemos encontrar plasmada en unos mapas de Sarrailh de Ihartza incluye entre las paginas de su obra, los cuales engloban territorios del Reino de Nabarra y  el Ducado de Baskonia.

El iruinsheme Tomas Urzaninqui y el difunto iundarra J.M Olaizola, realizaron un gran trabajo histórico para este pueblo vasco(on) al publicar La Navarra Marítima. Obra imprescindible donde se nos habla de una unidad nacional vasc(on)a en la figura política del Estado de Nabarra, con una territorialidad basada en actos ocurridos en nuestra historia política, como la firma de diferentes tratados fronterizos. Ciertamente es un planteamiento que podíamos intuir ya con anterioridad en  la obra antecesora Navarra o cuando los vascos tenían reyes, de un religioso nacido en Azcarate y actualmente ya difunto Pierre Narbaitz, donde tras leer su contenido histórico-político se puede llegar rápidamente a una conclusión semejante.

Pero si hay otro trabajo actual, en el cual se destaque con mayor énfasis aun si cabe, la defensa soberanista de la territorialidad Nabarra osoa, incluso simplemente al leer el titulo del libro, es Navarra sin fronteras impuestas, cuyo autor Tomas Urzainqui, divulga con brillante concreción las fronteras políticas del Estado de Nabarra  y es por consiguiente, la expansión política del Estado de los vascos(es). Es cierto, de forma objetiva hay que decirlo, esta obra esta basada en un trabajo anterior realizado por Antonio Ubieto Arteta en el año 1953, y que lleva por titulo Las fronteras de Navarra.

Otra de las obras donde podemos encontrar una defensa de esta política territorial, es realizada por Iñaki Sagrado. Especialmente en sus diferentes tomos de la relevante obra
Castillos que defendieron el Reino. En este trabajo, el autor se basa exclusivamente en aquellos castillos que pertenecían a la corona de Nabarra y que aparecen en los archivos de la cámara de coptos. Esta podemos decir, es otra vía política correcta con la cual conocer la amplitud real que alcanzo el Reino de Nabarra.

Esta defensa política en materia territorial, conocida como Nabarra osoa , esta asentada sobre unos cimientos verdaderamente sólidos . Estos principios están contemplados en la extensa historia política de aquel Estado que crearon los vasco(nes) libres, e independientes, es decir tabarros, en el año 824, donde desarrollaron una política propia, en la que nunca estuvo olvidada la importante cuestión territorial, la cual, en muchos casos estuvo basada en gran medida en la amplitud natural real, del país del Euskara.

El mayor ejemplo de la defensa territorial en base al idioma de sus moradores, lo encontramos en el Tratado Fronterizo realizado en el año 1016, por el rey nabarro Sancho III de Pamplona y el conde de Castilla, de nombre también Sancho. “Una concordia y acuerdo a cerca de la visión del reino entre Pamplona y Castilla, como ordenaron Sancho conde de Castillla y Sancho rey de Pamplona, tal como les pareció. Esto es, desde la suma cima al río Valle Venarie, hasta el Grave donde esta el mojón sito y collado Muño, y desde Biciercas y desde siguiendo hacia el río Razón, donde nace; después por medio del monte de Calcaño, después por la cima de la cuesta y por medio de Galarza, y allí esta el mojón, y hasta el río Tera, allí esta Garrahe, antigua ciudad abandonada, y hasta el río Duero. Don Nuño Álvaro de Castilla y el seño Fortún Oggoiz de Pamplona, testigos y confirmantes. Año 1016” . Cartulario de San Millán de la Cogolla, doc. 166.

NABARRA; reflexiones de un patriota.
Iñigo Saldise Alda

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Fernado de Aragon y el Reino de Nabarra

Fernando de Aragón y el Reino de Nabarra
Iñigo Saldise Alda

Según el filósofo, político, escritor, diplomático y funcionario florentino, Niccolò di Bernardo dei Machiavelli, conocido por nosotros como Nicolás Maquiavelo, el rey Fernando II de Aragón fue un hombre que consiguió grandes conquistas amparado bajo el manto protector de la religión católica; pero realmente, Fernando II de Aragón desconocía los principios de la piedad, la fe, la humanidad y la integridad, elementos básicos y esenciales en los que se fundamenta el cristianismo.

La boda de Juan II de Nabarra con la hija del almirante del Reino de Castilla y León, Juana Enríquez y Fernández de Córdoba, fue realmente la llama que prendió la guerra banderiza dentro del Reino de Nabarra, pues tras su matrimonio apartó de la lugartenencia del Reino que ostentaba en el Estado nabarro, al príncipe de Biana, Carlos de Trastámara y Evreux, legítimo heredero de la Corona de Nabarra tras la muerte de su madre, la reina Blanca de Nabarra(1).

En ese contexto bélico existente en el Reino de Nabarra, el 10 de mayo del año 1456, en una cuneta del camino entre Zangoza y Sos(2), paría la castellana Juana Enríquez y Fernández a un hijo barón, al cual puso de nombre Fernando. Las intenciones de Juana Enríquez y Fernández eran claras. Ante la imposibilidad legítima de que Fernando pudiera reinar en el Estado de Nabarra, su hijo debía nacer en el Reino de Aragón, por ser esta la única vía, aunque supuestamente remota, con la cual su hijo podía acceder al trono de algún Estado, al no contar con descendencia el magnánimo Alfonso V de Aragón. Pero antes que su hijo Fernando y después que su marido Juan II el Usurpador, en el orden sucesorio del reino de Aragón, Nápoles y Sicilia, estaba su hijastro y gran enemigo, el príncipe nabarro Carlos de Biana.

En el año 1458, el rey de Aragón Alfonso V el Magnánimo muere y Juan II de Nabarra, el Usurpador, es coronado como rey de Aragón, mientras que a Carlos de Biana se le ofrecen las coronas de Nápoles y Sicilia, pero éste las rechaza. Carlos de Biana se presta a asegurar, en varias embajadas, su obediencia y su voluntad de comprometerse como heredero universal de su padre, siendo esto precisamente, lo que no quiere el Usurpador. Juan II de Nabarra, Aragón y Sicilia, rechazaba considerar al príncipe de Biana como heredero en Aragón, y para ello contaba con más armas para el mismo pleito que ya existía en el Reino de Nabarra. El sucesor de Aragón ya había sido designado in pectore, en las mentes de Juan II y de su segunda esposa, la castellana Juana Enríquez y Fernández, y se llamaba Fernando.

En el año 1459, el lugarteniente del príncipe de Biana y de Girona, Juan de Beaumont(3), comienza las conversaciones para casar a Carlos de Trastámara y Evreux, legítimo heredero a las coronas de Nabarra, Aragón y Sicilia, con la hermanastra del rey de Castilla y León, de nombre Isabel. Juan II el Usurpador es contrario al matrimonio que prepara el prior de la Orden de Jerusalén para su primogénito, ya que la joven infanta castellana la tenía reservada para su otro hijo, Fernando. Para ello encomienda a Mosén Pierres de Peralta el joven(4), la tarea de comenzar con urgencia las negociaciones necesarias para alcanzar un acuerdo matrimonial entre el infante de Aragón, Fernando y la infanta de Castilla y León, Isabel.

Carlos de Biana y Girona, en el año 1460 y tras recibir el apoyo catalán en la ciudad condal, se entrevistó con su padre, Juan II de Nabarra, Aragón y Sicilia, y su madrastra, Juana Enríquez y Fernández, en Igualada, para comunicarles su firme intención de contraer matrimonio con Isabel de Castilla y León, pero Juan II el Usurpador rechazó firmemente tal pretensión del príncipe de Biana y Girona. En una entrevista posterior Juan II encarceló a su hijo Carlos, congelándose los compromisos políticos existentes que pudieran resultar favorables al príncipe de Biana y Girona. Las intenciones de Juan el Usurpador eran claras, ya que no pensaba devolverle la libertad al príncipe Carlos mientras éste no renunciase a todos sus legítimos derechos sobre Nabarra y Aragón, y con ello dejar el destino del infante Fernando de Aragón despejado.

Juan II de Nabarra, Aragón y Sicilia tiene que capitular a comienzos del año 1461 ante el ataque de tropas catalanas(5) y por tropas castellanas encabezadas por Luís III de Beaumont(6), a lo que había que sumar la petición de liberación del príncipe Carlos realizada por los habitantes de Zaragoza. Incluso el propio Papa envía la Bula Recipiet fraternitas tua a los obispos catalanes para que soliciten la libertad del príncipe nabarro, que tras la Capitulación de Villafranca del Panadés fue reconocido primogénito y heredero de todas las posesiones del rey, protegido bajo inmunidad general y convirtiéndolo en la práctica en lugarteniente general de Cataluña, Rosellón y Cerdeña.

Pero el 23 de septiembre del año 1461, Carlos de Biana y Girona moría(7) en tierras catalanas pertenecientes a la corona de Aragón, despejando el camino hacia el trono a su hermanastro Fernando de Aragón.

Mosén Pierres de Peralta busca un aliado dentro del Reino de Castilla y León que le facilite y apoye en las pretensiones de Juan II el Usurpador. Estas son las de casar a Fernando con Isabel. El apoyo finalmente lo encuentra en Alfonso Carrillo de Acuña, arzobispo de Toledo. Para ello, en el año 1467, casa a su hija Juana de Peralta y Brabante con el conde de Agosta, Troilo Carrillo, hijo bastardo del arzobispo de Toledo. Un año después, Isabel pasa a ser la heredera del Reino de Castilla y León, por lo que la apuesta matrimonial de Mosén Pierres de Peralta y Alfonso Carillo se incrementa.

Juan II el Usurpador deposita en ellos toda su confianza para que este enlace se realice y para ello, el gran condestable de Nabarra se presentó ante Isabel en Ocaña, llevando con él instrucciones dadas por el rey de Nabarra, Aragón y Sicilia a dos familias importantes en la nobleza castellana. Una dirigida a los Pacheco y otra a los Mendoza. Mosén Pierres de Peralta llevó también las capitulaciones, concretamente en pergaminos en blanco, solo con la firma del infante aragonés Fernando, para que ellos las rellenasen con las donaciones que desearan.

Finalmente, la confirmación con el sí al infante aragonés Fernando se la da la infanta castellano-leonesa Isabel a Mosén Pierres de Peralta en el año 1469. Fernando, ya rey de Sicilia y heredero de Aragón, marchó con Mosén Pierres de Peralta disfrazado de arriero en una mula para que no le reconocieran al encuentro con su prometida, la princesa de Asturias, Isabel de Castilla y León. Juan II de Nabarra y Aragón decidió correr el riesgo de que su hijo se aventurase a entrar en el Reino de Castilla y León disfrazado, pero contando como guardaespaldas una de las mejores espadas(8) de la época, la del gran condestable de Nabarra.

Fernando de Sicilia, ya casado con Isabel de Castilla y León en el año 1472, comienza a dar muestras de sus pretensiones sobre el Reino de Nabarra. A pesar de su ilegitimidad, tiene un poderoso aliado en el ambicioso conde de Lerin y condestable de Nabarra, Luís III de Beaumont.

Juan II de Nabarra y Aragón muere en el año 1479. El rey consorte de Castilla y León, Fernando, accede al trono de Aragón volviéndose a unir bajo su persona los Reinos de Aragón y Sicilia. Mientras, la Corona del Reino de Nabarra recae, tras la pertinente y debida aprobación de las Cortes soberanas, en su hija Leonor, viuda del vizconde de Biarno, Gastón IV de Foix. Tras la prematura muerte de Leonor de Nabarra, le sucede en el trono del Reino su nieto Francisco, al cual los gascones le apodan Febo, debido a su inaudita belleza. Sin todavía cumplir 12 años, este niño nacido en Orthez o Pau, es el heredero legítimo del Estado de Nabarra a espera de la coronación. La regencia recae entonces sobre su madre Magdalena de Valois, hermana de Luís XI de Francia, contando como consejero con el cardenal Pedro de Foix.

Con el debilitamiento del poder real, en el Estado de Nabarra retorna la violencia banderiza entre agramonteses y beaumonteses. Ardiles, masacres y engaños de todo tipo se suceden, favorecidos por la laguna de poder que prima la astucia y la facultad de maniobrar, sin mirar por ningún bando la legitimidad de los medios. Fernando II de Aragón y Sicilia muestra sus malas artes al introducir tropas castellanas en apoyo del cabecilla del bando beaumontés, el conde de Lerin y condestable del Nabarra.

La regenta de Nabarra, Magdalena de Valois, se presenta en Zaragoza. Allí es recibida junto a su acompañante el cardenal Pedro de Foix, de una manera fastuosa. Fernando II de Aragón y Sicilia comprende rápidamente que la princesa no es un juguete en sus manos, ni en las del rey de Francia. Cuando se aborda la espinosa y capital cuestión de Luís III de Beaumont, Fernando II de Aragón y Sicilia, principal y único benefactor del bando beaumontés, admite que la única salida es llegar a un acuerdo, que finalmente no se alcanza debido a las desmedidas pretensiones del aragonés, rey consorte de Castilla y León.

Fernando II de Aragón y Sicilia se mantiene expectante ante los acontecimientos que se van desencadenando en el Reino de Nabarra, pero siempre dispuesto a apoyar la causa de Luís III de Beaumont, que realmente es su causa. Tras la coronación como rey de Nabarra de Francisco I Febo, los meses siguientes transcurren en cierta calma, pero una triste noticia recorre el Reino nabarro. El joven monarca, Francisco I de Nabarra, muere mientras estaba tocando la flauta(9) en el año 1483, haciéndose de nuevo cargo de la regencia la princesa Margarita de Valois.

El duque de Carbona, Juan de Foix, se auto titula rey de Nabarra enviando una embajada a los reyes católicos sin que Fernando II de Aragón y Sicilia le preste atención, ya que para entonces el rey español tenía otros planes para el Reino de Nabarra después de haber recibido el ofrecimiento de la Corona del Estado Pirenaico por los tenientes de su cuñado, Luís III de Beaumont. Mientras las Cortes de Iruñea reconocen a Catalina de Foix como la futura reina de Nabarra, y junto a ellos los Estados Generales del vizcondado de Biarno.

Los reyes españoles, Isabel de Castilla y León y su marido Fernando II de Aragón y Sicilia, comienzan a realizar gestiones para un contrato matrimonial de la princesa nabarra, Catalina, con uno de sus hijos. Concretamente con Juan de Castilla y León. Mientras una embajada española comandada por Rodrigo de Maldonado de Talavera llega a Pau, en la frontera entre España y Nabarra las diferentes tropas españolas realizan exhibiciones de fuerza como medida de presión para que se acepte su candidatura, incluso Mosén Pierres de Peralta presta vasallaje al rey español por su castillo ante la amenazante presencia del aragonés en Tarazona, pero finalmente Catalina de Foix es prometida al noble gascón Juan II de Albret.

Magdalena de Valois acude a Valencia en el año 1487 donde le esperan los reyes españoles. En dicha ciudad levantina, el Reino de Nabarra alcanza un Tratado con el incipiente Reino de España tras la propuesta de Alain de Albret. Así Fernando II de Aragón y Sicilia reconoce la unidad política de Nabarra y el Biarno al estilo de Castilla y León, a cambio, los reyes españoles, Fernando e Isabel, se benefician de la neutralidad del Reino de Nabarra-Biarno en sus disputas con el Reino de Francia, y para los reyes nabarros significa la independencia de sus posesiones respecto al Reino de Francia, integrándolas así de nuevo en el Estado de Nabarra.

En el año 1491 el obispo de Iruñea muere en Roma. El papa Inocencio VIII nombra como sucesor al joven Cesar Borgia con apenas 16 años, pero de una manera administrativa hasta los 27 años. En un principio provoca las protestas de los nabarros, pero ante el extraño apoyo de Fernando II de Aragón y Sicilia intentan que las zonas de Gipuzkoa y de Aragón, antiguas tierras pertenecientes al Estado de Nabarra, dependan del obispado de Iruñea.

El embajador español Ontañón viaja hasta Pau en el año 1493, exigiendo que para hacer efectiva la aceptación de aceptar la coronación de Catalina de Foix y Juan II de Albret por parte española, los soberanos nabarros deben hacer las paces con Luís III de Beaumont o lo que es lo mismo, hacer las paces con el rey español Fernando II de Aragón, Sicilia y Granada.

Tras la coronación de Catalina I de Nabarra y Juan III de Nabarra, los ya reyes hacen saber a las Cortes la pertenencia al Reino de Nabarra del vizcondado de Biarno, del condado de Foix y de los diferentes señoríos pertenecientes a la casa de Albret que se encuentran en la Gascuña.

Fernando II de Aragón, Sicilia y Granada es bastante más maquiavélico que Luís III de Beaumont. Así para controlar al demoníaco condestable de Nabarra, acepta que éste fuera confinado en Castilla-León, aunque confortablemente instalado y dotándole del marquesado de Huéscar. Juan de Foix, conde de Lautrec, se encarga de destruir los fuertes del conde de Lerin y condestable de Nabarra en territorio vascón, entre ellos el de Irulegi. Fernando II de Aragón y Sicilia toma revancha al exigir a los soberanos nabarros la custodia de su hija Magdalena de Nabarra, de un año de edad y por un plazo de 5 años. Incluso tropas españolas ocupan las plazas de Biana y Zangoza, siendo supervisadas por el conde de Lautrec para estupor de las Cortes del Reino. Además el capitán general español, Juan de Ribera, ocupa algunas fortalezas claves como Lerin, Larraga, Cárcar, Andosilla, Allo, Monjardín, Santacara, etc, viéndose obligados los reyes de Nabarra a firmar reiteradamente su vasallaje a los reyes españoles hasta finales del año 1495, realizando el último concretamente en la localidad de Alfaro(10).

En el año 1498, con el apoyo de Luís XII de Francia, los soberanos nabarros presentan algunas demandas a los reyes españoles que incluso se remontaban a los tiempos de Juan II el Usurpador, hasta el punto que el propio rey Juan III de Nabarra se presenta en Sevilla donde reside Fernando II de Aragón, Sicilia y Granada. La recepción es fastuosa, lo que asombra al rey nabarro que no vio ninguna malicia en todas esas gentilezas y promete un nuevo perdón para Luís III de Beaumont y sus partidarios, mientras que los jefes de la fortaleza de Biana deberán rendir homenaje al rey español. La tregua alcanzada duró algún tiempo, hasta que el condestable de Nabarra muestra sus largas y afiladas uñas de nuevo.

Fernando II de Aragón, Sicilia y Granada comienza de nuevo una campaña de amenazas y falsos rumores, lo que obliga a los reyes Catalina I y Juan III de Nabarra a acudir de nuevo a la ciudad de Sevilla en el año 1500, viéndose obligados a aceptar todas las exigencias españolas.

La prematura muerte en el año 1506 del aliado de Nabarra, Felipe el Hermoso, allana el camino a Fernando II de Aragón, Sicilia y Granada por el poder en el Reino de Castilla y León, manteniendo así la unidad española. El posicionamiento adoptado por los nabarros, matizado en el total apoyo al príncipe flamenco, nunca es perdonado por el español, Fernando II de Aragón, Granada, Nápoles y Sicilia.

Tras la muerte de capitán general de Nabarra, Cesar Borgia, a manos de los esbirros de Luís III de Beaumont, que nuevamente se había sublevado contra los reyes de Nabarra, Juan III de Nabarra asola todas las tierras de Luís III de Beaumont, tomando militarmente la villa de Lerin. Después mandó arrasar sus casas, arrancar sus viñas y talar sus bosques, y a continuación hizo lo mismo con las demás plazas y castillos de los partidarios del conde de Lerin, obligando con ello al aliado del monarca español, no sin antes perder todos sus bienes y ser desposeído de todos los títulos nobiliarios en el año 1507 por el tribunal nabarro de Baiona, que abandone el Reino de Nabarra y se refugie en España, donde reina su cuñado Fernando II de Aragón, Granada, Nápoles y Sicilia, regente de Castilla y León. El monarca español a modo de represalia confisca los bienes que la Corona de Nabarra poseía en el Reino de Aragón.

Así desde estos actos bélicos, Fernando de España(11), Nápoles y Sicilia, tiene más que clara la idea de anexionar de cualquier forma el Reino de Nabarra al Reino España. Pero a su vez, el rey francés también se plantea anexionar el Estado de Nabarra, al menos, todas las tierras pertenecientes al Reino de Nabarra del norte del Pirineo. Luís IV de Beaumont, se pone rápidamente a las órdenes de Fernando de España, Nápoles y Sicilia una vez acaecida la muerte de su padre en Aranda de Jarque, siendo premiado por el rey español, de manera totalmente ilegítima según la jurisprudencia nabarra, con los títulos de conde de Lerín y condestable de Navarra.

El rey español, a pesar de la derrota sufrida en Ravenne en el año 1512, logró mantener intacta su alianza con el estado Pontificio del retorcido y terrorífico Julio II. En la guerra entre los Reinos de Francia y de España solo el Reino de Nabarra era neutral, además de ser el único Estado que quería la paz. El rey de Francia cede al rey español el Rosellón y Cerdeña en poder del Reino de Francia desde los dramáticos tiempos del príncipe de Biana y Girona, Carlos de Trastámara y Evreux.

El rey francés comete el error y la torpeza de patrocinar un concilio organizado por algunos cardenales descontentos en la ciudad de Pisa primeramente, después en Milan y Asti, para acabar finalmente en Lyon. El objetivo era simple, destituir al papa Julio II. El emperador Maximiliano se une a esa idea, pero el rey español no, arrastrando con él a suizos y venecianos, así como a su yerno Enrique VIII de Inglaterra tras la promesa que le hace el español de ayudarlo en la recuperación de la Guyena. Así nace, ante esa tentativa cismática, la Liga Santísima, cuya proclamada misión es hacer la guerra a los franceses para salvar a la iglesia y devolver la Guyena a los ingleses. Los nabarros son conscientes del peligro que corren al estar el Reino de Nabarra entre los Estados de Francia y de España. Así las Cortes se reúnen y se comprometen a hacer todo lo que está a su alcance para conservar la independencia nacional.

Mientras los reyes de Nabarra no pensaban más que en alianzas y arreglos, los beaumonteses que permanecían en el interior del Reino solo piensan en rendir vasallaje al rey de España. Además, Fernando de España se mueve en silencio, preparando la paz-la suya-, preparando solamente la guerra. El ejército español cuenta con 1000 caballeros bardados, 1500 ligeros, 6000 infantes, más veinte piezas de artillería para forzar a las plazas nabarras que se resistan.

En mayo del año 1512, ante la amenaza militar proveniente del rey de España, Fernando, la neutral Nabarra mediante su Consejo Real requiere el pase o exequáter de las Bulas Pontificias por el Consejo, al estar el Reino de Nabarra totalmente asentado en el espacio de las naciones europeas; pero esta petición nunca fue atendida por el emperador de Roma, Julio II, aliado acérrimo del hipócrita Fernando de España.

Ante las promesas españolas de restitución de la Guyena, Enrique VIII de Inglaterra envía al marqués de Dorset al puerto de San Sebastián al mando de 8000 arqueros elegidos entre los mejores de todo el Reino inglés, los cuales estaban preparados para desembarcar en Baiona, donde se le debían unir las tropas españolas comandadas por el duque de Alba. Pero el día 10 de julio del año 1512, tropas españolas invaden y ocupan el pueblo de Goizueta dentro del Reino neutral de Nabarra.

Dispuestos a mantenerse neutrales, Catalina I y Juan III de Nabarra firmaron el 18 de julio de 1512 el Tratado de Blois con Luís XII, palpablemente similar a otros realizados con el rey de España. Fernando de España, Nápoles y Sicilia conocía el contenido del Tratado antes de su firma, dándolo a conocer de víspera pero de manera tergiversada, acusando a los reyes de Nabarra de cismáticos y excomulgados, merecedores de ser despojados de su Corona y del Reino de Nabarra.

Finalmente, el ejército invasor español estaba formado por 1000 hombres de armas, 1000 caballeros bardados, 1500 caballeros ligeros, 12.000 infantes y 20 piezas de artillería. Antonio de Acuña, obispo de Zamora, pronto se une al grueso de las tropas españolas. Eran 400 hombres armados más, entre los que se encontraba el temido tercio de Bugía, conocido por los numerosos estragos realizados entre la población del norte de África. Junto a ellos se encontraba también Luís IV de Beaumont.

Luís IV de Beaumont iba junto a su cuñado el Duque de Nájera capitaneando 700 coraceros reales españoles. El duque de Alba dividió al ejército invasor en tres poderosas columnas, dos de ellas capitaneadas por los coroneles Villalba y Renfijo, mientras que la tercera era comandada por Luís IV de Beaumont. Así el grueso del ejército español que comandaba Fabrique Álvarez de Toledo, duque de Alba, irrumpe en territorio nabarro el día 19 de julio por la Burunba y Lekunberri.

El 20 de julio de 1512 aparece el monitorio Etsi hii y la bula Pastor ille celestis, donde en ninguna de las dos el emperador de Roma nombra a los monarcas nabarros Catalina I y Juan III, en cambio sí se refiere a cierto veneno de herejía que afectaba a los cántabros y nabarros, lo que no justificaba ni de lejos, la invasión y ocupación del Reino de Nabarra por parte española. Ambos documentos llegaron al Reino de Nabarra un mes después, momento que aprovechó Fernando de España, Nápoles y Sicilia, para auto titularse de forma ilegítima como rey de Nabarra.

En Uharte-Arakil el día 21 de junio la vanguardia del ejército español es atacada por un pequeño grupo de valientes y patriotas nabarros formado por leales roncaleses, teniéndose que retirar rápidamente los nabarros al paso de Oskia ante la abrumadora superioridad bélica del invasor español. El ejército español no se dirige a la Guyena, sino al corazón del Reino de Nabarra.

El día 23 de julio las tropas españolas acampan a 2 leguas de la capital del Reino nabarro, concretamente en Arazuri. Juan III de Nabarra asegura la salida de su esposa y de sus hijos hacia el Biarno, alertando a continuación a la leal villa de Tutera, la cual envía a 500 hombres hasta Tafalla. El rey de Nabarra se retira hasta Lunbier y a continuación pasa hasta el Biarno, para intentar contener la invasión española organizando la resistencia. Mientras tanto los habitantes de Iruñea, sin artillería ni provisiones para soportar un prolongado asedio, se rinden. El día de Santiago Apóstol entra el duque de Alba en la ciudad y tras adorar las Santas Reliquias en la catedral, invita a las villas, pueblos y ciudades a la rendición, so pena de ser atacados a sangre y fuego.

Las tropas españolas del hijo bastardo del rey español Fernando, el arzobispo de Zaragoza, se encaminan hacia Tutera. El ejército español fue visto en Cascante el día 31 de junio bloqueando con ello la ciudad ribera. Ese mismo día Fernando de España publica un falso manifiesto intentando demostrar que la ocupación del Reino de Nabarra es conforme a los términos acordados en la Liga Santísima, intentando dar un carácter de empresa Santa a la invasión y ocupación del Reino de Nabarra, buscando así una justificación ante el pueblo nabarro y sus aliados, los ingleses, que observaban atónitos desde Pasajes la invasión española del Reino de Nabarra.

Tutela se rinde no sin antes informar y pedir ayuda a los legítimos soberanos de Nabarra el día 9 de septiembre, seis días más tarde que la valiente tierra del Ronkal. Así el 15 septiembre de 1512, y con lágrimas de sangre en los ojos, los mensajeros de bella ciudad de Tutela rinden vasallaje al rey español en Logroño. El rey de Nabarra realiza una enérgica proclama en Donapaleu el 30 de Septiembre denunciando al rey español, usurpador y tirano, por ocupar por la fuerza de las armas el Reino de Nabarra. Los soberanos nabarros comienzan a recaudar dinero, víveres y soldados en el Biarno, tratando así de activar la resistencia. Fernando el Falsario envía como espía al Biarno al obispo de Zamora. Los bearneses pronto descubren las oscuras intenciones del obispo español y lo encierran en prisión, para soltarlo únicamente a cambio de un rescate. Colérico el duque de Alba apunto está de presentarse en el Biarno, pero tenía otros problemas que perturbaban seriamente la mente del español; los nabarros de Ultrapuertos no se doblegaban. Mientras el duque de Alba convoca a los representantes de Iruñea en el convento de San Francisco, buscando legitimar la invasión y ocupación con un largo discurso, pero algunos lugares del Reino de Nabarra continuaban sin ser ocupados, entre ellos el emblemático castillo de Monjardín, defendido por patriotas nabarros leales comandados por los Belaz de Medrano. Una vez asegurada la ocupación de Iruñea y la dominación de la mayoría las tierras nabarras del sur del Pirineo, las tropas españolas toman rumbo a la tierra de Ultrapuertos. El ejército español atraviesa los Pirineos por el paso de Orreaga para llegar a la fortaleza de Donibane Garazi. Los soberanos nabarros buscan aliarse con Luís XII de Francia. La alianza va tomando cuerpo mientras los españoles realizan numerosos estragos entre la población de la Nabarra ocupada. Muchos nabarros esperan la reacción del rey Juan III de Nabarra. Los nabarros sufren la ocupación, pero ni se sienten, ni están conquistados. Las tropas inglesas permanecían en Pasajes. Ante las continuas y reiteradas invitaciones realizadas por emisarios españoles buscando su implicación en la guerra contra la neutral Nabarra, el marqués de Roset se niega a combatir contra los nabarros, pero de momento, los ingleses permanecen amenazantes en el puerto guipuzcoano.

Las tropas españolas comandadas por el duque de Alba llegan a la fortaleza de Donibane Garazi tras atravesar el paso pirenaico de Orreaga. En la fortaleza ocupada les espera el coronel español Villalba y sus tropas, las cuales ya habían realizados estragos entre los naturales del país mediante acciones de depredación y de exterminio, buscando con ellas el sometimiento de los nabarros.

El 18 de octubre del año 1512, la alianza de los soberanos nabarros, Catalina I y Juan III con el rey de Francia está sellada. El capitán general de Francia, La Palisse, se instala con sus tropas en Salvatierra de Biarno, uniendo el ejército francés al ejército nabarro de liberación. Al capitán general francés le acompañaban el duque de Longueville y el delfín de Francia, Francisco de Angulema.

El 26 de octubre del año 1512, Fernando el Falsario escribe una carta al emperador de Roma pidiendo un documento(12) más explícito contra los monarcas nabarros, buscando la justificación a su vil atropello. Las tropas españolas del duque de Alba realizan innumerables actos de pillaje y bandidaje en los alrededores de Salvatierra de Biarno. El ilustre general francés ordena saltar los puentes, mientras 6000 infantes gascones y bearneses, es decir nabarros, esperan dentro de la plaza fuerte.

El duque de Alba desde Donibane Garazi, envía una nueva delegación a los ingleses a través de Hasparren, Ustaritz y Urtubie. La intención era convencerlos, una vez más, para que entraran en combate contra los nabarros y sus aliados franceses, pero los ingleses se niegan y abandonan los puertos de Pasajes y Hondarribia, obligando al duque español a reforzar la fortaleza de Donibane Garazi bajando la artillería española que se encontraba en Orreaga.

La estrategia del ejército de aliados nabarros y franceses está decidida. 12000 infantes del ejército de liberación, comandados por Francisco de Angulema, se encaminan hacia Donibane Garazi con las intenciones de enfrentarse al ejército invasor español. El duque de Alba ordena quemar el pueblo de Mongelos, retardando la marcha de las tropas del delfín de Francia. A su vez, las tropas nabarras comandadas por Juan III de Nabarra y el señor de La Palisse atraviesan los Pirineos accediendo al leal valle del Ronkal. Los espías españoles alertan al duque de Alba, el cual decide abandonar la fortaleza de Donibane Garazi dejando 800 infantes españolas, para tomar rumbo a la ciudad de Iruñea.

Los españoles vuelven por Orreaga. Al llegar a Burguete, el duque de Alba recibe informes de sus espías que le indican la cercanía del ejército de Juan III de Nabarra, formado por 12000 hombres. Las tropas españolas aceleran su marcha llegando rápidamente a la Larrasoaña. Las tropas de Juan III de Nabarra habían atravesado los valles del Ronkal, Salazar y Aezkoa, no sin antes combatir a todo invasor español que encontraron a su paso en busca de las tropas del duque de Alba. Mientras 4000 franceses, 4000 bearneses y gascones, es decir nabarros, junto a 1500 lansquenetes alemanes y albaneses comandados por el duque Luís de Longueville, Carlos de Borbón y el delfín de Francia y conde de Angulema, Francisco, al no lograr entretener al ejército español del duque de Alba en Donibane Garazi, ponen rumbo a Donostia.

Tropas del ejército de liberación comandas Odet de Foix, vizconde de Lautrec, se encontraban en Gipuzkoa en operaciones de distracción, buscando impedir que los guipuzcoanos acudieran en ayuda de las tropas del Falsario asentadas en Iruñea y comandadas por Luís IV de Beaumont. Las noticias del retorno a Iruñea del rey Juan III de Nabarra alimentan la esperanza de los nabarros. El mariscal Pedro de Nabarra extiende el fuego sagrado de Nabarra secundado rápidamente por todos los agramonteses, como por ejemplo Juan de Baquedano, que mantenía el estandarte rojo de Nabarra en el castillo de Lizarra, al igual que los Belaz de Medrano en el castillo de Monjardín.

En Iruñea, la población nabarra sufría una auténtica vigilancia policial que buscaba impedir cualquier alzamiento patriótico. Vigilancia impuesta por los beaumonteses, que impedían la comunicación con las tropas nabarras del exterior. Francisco de Beaumont, primo de Luís IV de Beaumont, ataca la villa de Lizarra. Juan de Baquedano tras defender heroicamente el castillo de la villa, llega a un acuerdo con los españoles para salvar la vida de sus hombres, dejando el castillo con las banderas coloradas desplegadas y partiendo en busca del ejército de Juan III de Nabarra con la clara intención de unirse a él.

Pedro de Beaumont, por orden de su hermano Luís IV de Beaumont, se apodera de la fortaleza histórica de Monjardín tras varias semanas de asedio. En San Martín de Unx, 90 valientes y patriotas ronkaleses derrotan a 600 españoles. Miranda, Tafalla, Murillo, Satacara, entre otras muchas localidades se levantan contra el invasor, dando con ello, impresionantes muestras de lealtad y patriotismo nabarro.

En Donostia las tropas del Delfín de Francia y del vizconde de Lautrec se encuentran con toda la nobleza castellana de Guipúzcoa y de Vizcaya, siervos leales del rey Fernando el Falsario, bien atrincherados dentro de las murallas de la ciudad costera. La nobleza española comandada por el viejo Ayala, con el permiso del Falsario, derrota en ocho ocasiones a los aliados de los nabarros. El duque de Alba consigue llegar a Iruñea, antes que el ejército nabarro. Las tropas nabarras del rey Juan III se habían entretenido al recuperar Auritze, un éxito militar ante tropas españolas asentadas allí y se encaminan a Iruñea, para comenzar el asedio de la ciudad, pero las tropas de refuerzo del ejército aliado que debían llegar desde Donostia no aparecen para el asedio de Iruñea. Al no contar con dichas tropas, el asedio a Iruñea se revelaba imposible, centrándose las tropas de Juan III de Nabarra en un solo punto de la ciudad, la puerta de San Nicolás, intentando con ello impedir el avituallamiento de los españoles que ocupaban la ciudad.

Las acciones del ejército nabarro fueron con todo fuertes y vigorosas, abriéndose pronto una brecha en la muralla. El asalto tuvo lugar el 27 de Noviembre del año 1512 con la nieve ya blanqueando las montañas que rodean la cuenca de Iruñea. Los españoles consiguieron rechazar las continuas intentonas nabarras. Antes ya habían quemado los campos y almacenes de la cuenca, y por ello los víveres empezaron a escasear a las tropas nabarras. Los nabarros por orden del rey Juan III y ante la presencia de tropas españolas en Erreniega levantan el asedio, justo en el preciso instante que llegan las tropas aliadas del delfín de Francia. El duque de Nájera, Pedro Manríquez, al mando de 15000 hombres, amenazada desde el Perdón a las tropas nabarro-francesas, entre las que comienza a cundir el desasosiego.

En un arranque de desesperación, no carente de valentía, y viendo que el asalto a Iruñea se relevaba ya imposible, La Palisse envía un mensajero al duque de Nájera proponiéndole una batalla campal, a lo que el español se niega. Así con nieve helada cubriendo no solo las cimas, sino la mayoría de los puertos pirenaicos, el ejército nabarro-francés se ve obligado a regresar al Biarno por la ruta más abordable en esos instantes, por el puerto de Belate y el hermoso valle del Baztan. Las tropas nabarras y francesas iban al frente de la marcha, mientras que en retaguardia se encontraban los laskanetes alemanes y albaneses protegiendo la artillería. En eso que unos españoles comandados por el señor de Góngora y el de Lizarza, caen sobre la retaguardia del ejército aliado.

Los españoles atrapan a los alemanes y albaneses en el interior de los taludes de Belate y Elizondo. Era un 13 de diciembre del año 1512 y al grito de ¡España! ¡España!, atacan a la retaguardia del ejército aliado. Estos españoles, oriundos de Guipúzcoa, logran hacer huir a los alemanes y albaneses capturando 12 piezas variadas de artillería, que trasladan rápidamente a Iruñea, donde les espera el General del ejército español, el duque de Alba. Las tropas nabarras y aliadas consiguen al fin alcanzar el Biarno. Con ello el primer contraataque nabarro, realizado el mismo año de la invasión y ocupación española no logra su objetivo, el cual era liberar a los nabarros de las afiladas garras españolas.

El 18 de febrero del año 1513, Fernando el Falsario consigue(14) finalmente la bula Exigit contumacium, teniendo para entonces ya ocupada militarmente todo el Reino de Nabarra a excepción del Biarno y diferentes condados nabarros en la Gascuña. Los españoles dejan correr el rumor(13) de que el rey Juan III de Nabarra era excomulgado por apoyar al hereje rey de Francia, Luis XII. Aprovechando el tirón, Fernando el Falsario para controlar el Reino nabarro, manda reunir de forma ilegítima a las Cortes de Navarra el 23 de marzo del año 1513, acudiendo solo beamonteses, para que le dieran su apoyo, algo que consigue tras prometer respetar todos los derechos del Reino(15).

Fernando el Falsario, con el fin de consolidar la Corona de Navarra para sí, una vez jurado los Fueros de Navarra, removió su diplomacia cerca del Papa, de su yerno Enrique VIII de Ingaterra, del emperador Maximiliano su consuegro, e incluso hasta ante el propio Luís XII de Francia. A Julio II le pidió bulas de excomunión. A los soberanos inglés y alemán que prosiguieran su lucha contra el francés acometiéndole por las fronteras de Flandes, como en efecto lo hicieron(16). Para obtener este resultado, en el mes de octubre del año 1513, fue otorgado en Lille un Tratado que obligaba a Enrique, a Maximiliano y a Fernando a una invasión combinada de Francia antes del mes de junio del siguiente año, cuyo texto aparece en documentos y cartas del Estado español, pacto que el alemán y el inglés ejecutaron, pero que Fernando dejó incumplido, ya que para entonces, tras el fallecimiento de emperador de Roma, Julio II el 25 de febrero del año 1513, propuso una tregua a Luis XII, aceptada por un año y prorrogada después por varios otros(17).

Enrique VIII de Inglaterra no reconocía el derecho de Fernando el Falsario a la Corona de Nabarra, a pesar de la interesada insistencia de su yerno, pero el rey español logró aplacar las iras del inglés por el engaño sufrido, y dejaron sin efecto intentos de venganza que reiteradamente exteriorizó el soberano inglés(18). El rey español, ese mismo año, presenta ante el pueblo nabarro una tercera bula, etsi obstinati. Esta es ya una clara condenación de los reyes nabarros, Catalina I y Juan III(19), buscando de nuevo justificar su violenta acción contra la soberanía del Reino de Nabarra.

En el año 1514 el Reino ocupado de Navarra, ve cómo se cambia el virrey extranjero que presidía en contrafuero las Cortes ilegítimas de Iruñea. Al virrey Alcide de los Donceles le reemplazaba en el puesto, después el vizconde de Isla, ambos castellanos.

Fernando el Falsario, en las cortes castellanas de Burgos, el 7 de julio del año 1515, sin ningún nabarro presente en las mismas, ni si quiera de su fiel facción beaumontesa, incorpora de manera unilateral e ilegítima el Reino de Nabarra a la corona de Castilla-España, mientras Juan III y Catalina I de Nabarra buscan la alianza con Francisco I, nuevo rey de Francia; incluso envían una embajada ante el rey español, buscando la restitución del Estado nabarro, pero éste se niega a recibirles.

El archiduque Carlos de Gante, heredero del cetro español y alemán, que a comienzos de aquel año 1515 asumió el gobierno de Holanda, se exigió no prestar ayuda alguna a su abuelo Fernando el Falsario, mientras éste no devolviera el Reino de Nabarra a Juan III(20).

Los intentos diplomáticos realizados por parte de los legítimos reyes nabarros no cesan. Una delegación nabarra, encabezada por el mismísimo mariscal Pedro de Nabarra, se presenta ante el nuevo señor de Roma, León X, buscando un veredicto papal con el cual se llegue a restituir las tierras ocupadas por los españoles a sus legítimos dueños, los reyes de Nabarra. Pero una vez más, el estado Vaticano da largas a los nabarros y defiende a los españoles.

Dentro del Reino ocupado, los beaumonteses dan muestras de su descontento y malestar con las acciones de la inquisición impuesta por el invasor, los actos de pillaje y robo de los soldados españoles, junto al contrafuero continuado llevado a cabo por el Falsario. Se acentúa el malestar general tras la ilegítima anexión unilateral del Reino de Nabarra a la Corona de Castilla-España. Pero Fernando de España logra apaciguar o controlar momentáneamente la revuelta, al confinar al cabecilla de dicha facción, Luís IV de Beaumont, en su casa del pueblo de Lerin y aumentar la ya numerosa presencia militar española.

El 25 de enero del año 1516 Fernando de España muere. Juan III de Nabarra tiene preparados a 5000 infantes a lo largo de la frontera impuesta por los españoles y el mariscal Pedro de Nabarra está posicionado frente a las costas de Gipuzkoa con 2000 hombres más. En las tierras ocupadas, nobles y villas se muestran de nuevo hostiles, esta vez ante el cardenal Cisneros y lo fueron todavía más con el nuevo virrey español, Fabrique de Acuña.

NOTAS

(1) Testamento de Blanca de Nabarra: «Aunque el príncipe pueda intitularse y nombrarse tras mi muerte, a título de heredero y por derecho reconocido, rey de Navarra y duque de Némours, no obstante le ruego afectuosamente que, por el honor debido al rey su padre, no tome esos títulos sin su consentimiento y bendición». Ante este testamento, las Cortes de Nabarra se mostraron pasivas. El propio príncipe de Biana, Carlos, hizo todo lo que estuvo en sus manos para evitar la revuelta y el enfrentamiento banderizo entre los Agramont y los Beaumont, llegando a aceptar considerarse como lugarteniente del Reino, legitimando así a su padre el infante de Aragón, Juan de Trastámara como rey de Nabarra, algo que no estaba considerado en el contrato matrimonial realizado bajo la supervisión del rey de Nabarra, Carlos III el Noble, creador del principado de Biana. Tras el segundo matrimonio de Juan de Tratámara con la castellana Juana Enríquez y Fernández, este incumplió el contrato realizado para su primer matrimonio con Blanca de Nabarra, usurpando sin ningún tipo de escrúpulo el trono de Nabarra a su hijo Carlos de Biana y apartándolo incluso de la lugartenencia del Reino tras ceder ante la política hábil de su ambiciosa segunda esposa, la castellana Juana Enríquez y Fernández, siendo este realmente el detonante para que dieran comienzo los violentos enfrentamientos entre los beaumonteses, partidarios del príncipe y legítimo heredero, Carlos de Biana, y los agramonteses, que habían cerrado filas en torno a la figura de Juan II de Nabarra, también conocido como el Usurpador.
(2) La historiografía española afirma que Fernando nació ya en el pueblo de Sos, concretamente en la casona de los Rada.
(3) Juan de Beaumont, Gran prior y caballero de la Orden religioso-militar de San Juan de Jerusalén, señor de la villas de Santa Cara, Murillo, Cascante, propuesto para obispo de Pamplona sin llegar a ser elegido. Juan de Beaumont fue tutor y mano derecha del príncipe de Biana, quien lo nombra Canciller de Nabarra y lugarteniente en la guerra intestina existente entre Carlos de Trastámara y Evreux y su padre Juan II el Usurpador. Fue gobernador de Iruñea y de la parte del Reino que permaneció fiel a su amigo Carlos, legítimo heredero del Reino de Nabarra. En el año 1457, Juan de Beaumont junta Cortes en Iruñea, exclusivamente formadas por beaumonteses y proclaman rey de Nabarra a Carlos de Biana. A la muerte del príncipe de Biana y Girona, en el año 1461, sus bienes fueron confiscados y entregados a Alfonso el Bastardo, infante de Aragón. Tres años después se reconcilió con el rey de Nabarra, Juan II. Hombre venerable, cuerdo, de incontestable nobleza y fuera de lo común en su familia. Fue uno de los pocos hombres que no perdió el dominio de sí mismo durante la terrorífica guerra banderiza del Reino de Nabarra.
(4) Mosén Pierres de Peralta el joven, ricohombre de Nabarra, condestable de Lerin, gran condestable de Nabarra, mayordomo real de Juan II, capitán general del Reino de Nabarra, conde de Santisteban de Lerin, título otorgado por Carlos príncipe de Biana, barón de Marcilla, señor de Peralta, Funes, Cárcar, Andosilla, Marcilla, Falces, Indiano, Azagra y Caparroso. Navarro Villoslada o Moret y Alesón, le definieron como un personaje frío, envidioso, desalmado, capaz de cualquier cosa para conseguir más poder. El marcillés José Ramón Ezquerro Ariz en su obra MOSÉN PIERRES DE PERALTA EN SU TIEMPO, define a Mosén Pierres desde una nueva perspectiva, aproximándose al hombre ilustrado, formado en la Corte nabarra, valido del rey, fiel vasallo y un amante de la tierra en la que vivió. Líder del bando agramontés y enemigo acérrimo de su alter ego Luís III de Beaumont, condestable de Nabarra y II conde de Lerin, llegando a decirle al mismísimo príncipe de Biana lo siguiente: «Señor: Sepa V. A. que os conocemos por nuestro Rey y Señor, como es razón, pero si ha de ser para que el Condestable y su hermano nos persigan. ..... etc., etc.».
(5) Los catalanes fueron considerados traidores a la corona de Aragón por el rey Juan II de Nabarra, Aragón y Sicilia, al posicionarse por el legítimo heredero Carlos de Biana y Girona.
(6) Luís III de Beaumont, II conde de Lerin, condestable de Nabarra, capitán general del príncipe de Biana. Hombre de voracidad insaciable, incluso llegó a sospechar que la corona de Nabarra le correspondía. Déspota, malévolo, criminal, vengativo y sanguinario. Hombre de pequeña estatura, aspecto atroz y dotado de una fuerza poco común para su tamaño, teniendo todas las cualidades necesarias para ser un soldado: arrojo, audacia e indomable empeño. Duro, no conocía la piedad, torturaba a sus prisioneros, inmoral, sin escrúpulos, llegando a violar incluso la fe jurada, traidor a su país y para muchos historiadores fue el verdadero genio malvado del Reino de Nabarra.
(7) La muerte de Carlos de Biana y Girona le llegó cuando contaba 40 años. La historiografía europea no se pone de acuerdo como fue su muerte. El navarro Moret se hizo eco del rumor de una muerte por envenenamiento por su madrasta Juana Enríquez, algo en lo que creyó firmemente su hermana, la infanta Blanca de Nabarra. El historiador francés Favyn, en su obra HISTOIRE DE NAVARRE nos dice lo siguiente: «(…) después de que su suegra (realmente madrastra)se hubo ganado a su médico, hizo que le diera un brebaje a este príncipe, a base de veneno de acción lenta, cuyo efecto le causara con seguridad la muerte, en plazo prefijado(…) Era lo que siempre había temido, pues mientras se encontró prisionero por primera vez en Tafalla y en Monroy, nunca probó ninguna comida que su hermano bastardo don Alfonso no hubiese comido delante de él. En su segunda prisión no pudo evitar las asechanzas de esta mujer, conjurada para buscar su ruina (…)». En la actualidad hay mayor divergencia en cómo se produjo la muerte de Carlos de Biana, ya que a la tesis del envenenamiento le faltan pruebas y la muerte del heredero legítimo de Nabarra es achacada a una pleuresía o tisis, NAVARRA O CUANDO LOS VASCOS TENÍA REYES, Pierre Narbaitz.
(8) Precisamente por ello, en agradecimiento por las acciones diplomáticas realizadas por Mosén Pierres de Peralta, dice la tradición que el rey Fernando permitió al gran condestable de Nabarra, la posibilidad de elegir una espada de su armería personal y según cuentan, el nabarro eligió la famosa espada del Cid Campeador, conocida como Tizona.
(9) La sombra de un envenenamiento del joven rey, recayeron sobre el conde de Lerin, Luís III de Beaumont. Este habría envenenado al rey de los nabarros a instancias de Fernando II de Aragón y Sicilia.
(10) Lo ocurrido en este periodo es definido por el francés Favyn con la siguiente metáfora: «Los lobos aconsejaron a las ovejas que para vivir juntos en amistad habitual, éstas les tenían que entregar sus perros, y una vez estos estrangulados, dieron buena cuenta de las ovejas. »
(11) Fernando II de Aragón y Silicia, tras la conquista del reino de Granada comienza a titularse rey de España.
(12) Uno de los párrafos de la carta de Fernando de España dirigida al Papa Julio II dice lo siguiente: «(…) Su Santidad… no falte en ayudarme acá con las armas espirituales…, que si Su Santidad agora no me otorgase lo que justamente me puede y debe otorgar, no habría quien d’aquí adelante quisiere ponerse en peligro por ayudar a la iglesia, y parecería que yo quedaba burlado de Su Santidad, lo que no podría creer (…)».
(13) Extracto del rumor recogido en el trabajo de Aitzol Altuna, FERNANDO EL FALSARIO, en su segunda parte que trata sobre, LA CONQUISTA DEL 1512: «(...) Los referidos Juan y Catalina, (...), como nuevos ministros de Satán, tuvieron la osadía de unirse a dicho rey Luis para ayudar a los cismáticos, y de tomar las armas contra los ejércitos de los citados reyes Fernando y Enrique (rey de Inglaterra), aliados de la Santa Iglesia (…)». www.osoa.net Fue precisamente la bula Exigit contumatiam, no anulada aún día por el estado católico del Vaticano, la que asentó realmente la ocupación militar española en el Estado de Nabarra. En ella se dispensaba a los navarros bajo pena de excomunión, de continuar obedeciendo a sus legítimos monarcas, Catalina I y Juan III, a quienes habían jurado "por fuero sacrosanto ancestral" lealtad, nunca jamás hasta entonces violado de manera unilateralmente. Con ella, el rey de España condenaba personalmente a Catalina y Juan, más a todos los navarros que masivamente les defendían, por lo que España no dudó en imponer en el Reino de Nabarra, su horrenda ley de excepción, la cual arruinó a los navarros y devastó nuestro territorio, al menos los situados al sur del Pirineo.
(14) Bula Exigit contumatiam. El historiador nabarro Jon Oria Oses, en su trabajo VISIÓN ANGLOSAJONA DEL PUEBLO VASCO (1351-1991) , data esta bula el 18 de febrero del año 1512, tildándola de atrófica, pues menciona a la primera lo mismo que el Tratado de Blois que es posterior, además de no encontrarse en los archivos del Vaticano, ni en ninguna colección de bulas papales.
(15) Los procuradores de esas Cortes ilegítimas juraron obediencia al rey español, comenzando de la siguiente manera: «Católico rey don Fernando, rey de Navarra nuestro señor de aquí en adelante...».
(16) El padre Moret, en LOS ANNALES DEL REYNO DE NAVARRA, nos dice lo siguiente: «(…) siendo el fin de Don Fernando alejar de Navarra las asistencias que el de Francia pudiera dar al despojado rey y conservar mejor su conquista».
(17) Moret añade a esto lo siguiente: «(…) quedó atado de pies y manos el rey Don Juan de Labrit».
(18) El historiador inglés Pollard, afirma lo siguiente: «Enrique VIII exigió a Luis que reconquistara Navarra», según consta en su correspondencia oficial, cuyos índices cita concretamente el historiador inglés.
(19) El historiador Jon Oria Oses discrepa con esta afirmación. Este historiador nabarro nos dice que esta bula es demasiado general y que solo insta a los príncipes cristianos a no aliarse con los cismáticos, es decir, con los franceses. VISIÓN ANGLOSAJONA DEL PUEBLO VASCO (1351-1991). Es muy probable que el emperador de Roma, Julio II, sólo proclamó la bula contra Luís XII de Francia, Universis Santae Matris Ecclesiae y las otras tres serían prefabricadas desde la cancillería de Aragón o incluso falsificadas por el rey de España, Fernando, ante la pasividad del emperador cristiano.
(20) Manuel Irujo, INGLATERRA Y LOS VASCOS. «(…) se obligó a no prestar ayuda alguna a su abuelo Fernando, mientras éste no devolviera Navarra a Juan de Labrit».

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