miércoles, 20 de junio de 2012

El principe de Biana



Muerto a los 64 años el rey de Nabarra D. Carlos III El Noble el 8 de septiembre de 1425 en Olite y tras ser celebradas las exequias, depositados sus restos en un sepulcro de alabastro, la vida continuaba en la Iruña. Su hija, la  reina Doña Blanca I de Nabarra (1425-1441) quiere vivir en la ciudad. Solicita y obtiene del papa Martín la cesión del palacio de San Pedro de la Corona (1427). Por fin, y después de mucho tiempo, los reyes tienen morada propia y recinto donde plegar Cortes Generales, como las reunidas el 9 de agosto de este mismo año “en el Palacio Real que es en la ciudat et Navarreria de Pomplona”. Son años difíciles, de falta de alimentos. La reina arbrita recursos para paliar las necesidades de la población, “por causa de la Grant mortandat que ha continuado et continua de present” (septiembre de 1492).

La educación del heredero del Reino de Nabarra el Príncipe de Biana D. Carlos d’Evreux y Trastámara fue muy esmerada como correspondía a un futuro rey, de ello se ocuparon en Olite, su abuelo D. Carlos III el Noble, y su madre Doña Blanca I de Nabarra. El ambiente tranquilo en el que se educo entre ejercicios físicos como el remo, caza, y viajes a caballo, hicieron de el un joven tranquilo y amante de la paz. Fue un gran amante de los animales, y llego a hablar correctamente cinco lenguas. Poseía una biblioteca de un centenar de libros, casi todos de teología, historia y literatura. El mayor número de ellos estaban escritos en latín, en lengua castellana solo uno. Tradujo la Ética de Aristóteles al castellano publicado en Tarazona en 1509, y la condición de nobleza de Ángelo Millán. Escribió Crónica de los reyes de Navarra, Tratado de los milagros del famoso Santuario de San Miguel de Aralar in Excelsis, cartas e respuestas poéticas algunos ensayos de oratoria, entre los que sobresale su Lamentación a la muerte del Rey Alfonso, y alguna Epístola literaria. Concibio el proyecto de publicar Las morales de Aristoteles retocadas y concordadas con las ideas catolicas; mas estimandose incapaz de llevar a bien por si solo esta obra difícil, escribio la Epistola a los valientes letrados de España, invitandoles a poner manos a la obra, poesias en castellano y catalan; las escritas en castellano eran muy delicadas e ingeniosas, y solia cantarlas acompañandose de la vihuela

Físicamente y según los estudios antropológico-forense-histórico, habría que señalar que tenia el pelo de color castaño claro, los ojos grises, la nariz larga y derecha, la cara pálida y delgada, la talla un poco mas alta que la media, la mirada grave, y algo de melancolía en su expresión general. Era cariñoso y creyente, de carácter bondadoso y dulce, amable con todo el mundo, estudioso, simpático, le gustaban las joyas, llevaba un collar de oro con un grifon colgado de el, otro collar de oro con esmeraldas del que colgaba una cajita que contenía una piedra beozar, anillos y  broches de oro. Una de esas joyas, era una piedra en la que estaba representado un San Miguel, y una colección de talismanes para impedir envenenamientos, mandrágoras, lenguas de serpiente y otras numerosas piedras-amuletos. Le gustaba coleccionar toda clase de curiosidades, cajas de nácar, ámbar, zafiros, rubíes, y un baúl lleno de recuerdos. Era también muy amante de la pintura, y a el mismo le gustaba pintar. Fue especialmente aficionado a la música que componía el mismo tocando entre otros instrumentos, la vihuela y el arpa, aprendiendo también a danzar. Era frugal en sus comidas, le gustaba vestir bien, montaba muy bien a caballo, y tenia dos lebreles favoritos. En definitiva vivía  sumergido en mundo de misticismos y placeres, al ser un mecenas de la cultura y las artes. Cuidaba de el un medico árabe, el maestro Muza Al-Kou Hrobi a quien pagaba 100 luises de pensión.

Por aquel entonces se perfilaban dos bandos rivales, Agramont y Beaumont. En Iruña la iglesia y la justicia son adictos D. Juan II. El capitán de la ciudad y defensor de los derechos del heredero, es D. Charles de Beaumont, primer conde de Lerin desde 1424.El 3 de abril de 1441 en Santa María la Real de Nieva (Segovia), muere la reina Doña Blanca I de Nabarra. La corona recaía en su primogénito el Principe D. Carlos Evreux y Trastámara, por fuero, por voluntad de su abuelo, el rey Noble y por haberlo jurado por tal las Cortes.

A la muerte de D. Carlos III en noble, D. Juan II padre del Príncipe de Biana, se desplaza hasta Tudela, donde, violando la resolución de las Cortes de Nabarra, se autoproclama Rey de Nabarra. Dicha resolución creada el 20 de enero de 1423 por D.Carlos III decía, que el Principado de Biana, seria para el heredero D. Carlos. En 1429 D. Juan II se desplaza hasta Pamplona, donde se hace coronar como Rey de Nabarra. El Rey D. Juan II, necesitaba la corona y sus rentas. El poder y el dinero hacen que siga inmiscuyéndose en asuntos con Castilla. Usurpo derechos, y pisoteo fueros, respaldado por los agramonteses capitaneados por los peralta. De nada valen las protestas del heredero el Principe D. Carlos ante las Cortes. Fiel al ruego de su madre Doña Blanca de Nabarra, se intitula gobernador y lugarteniente general del reino.

En 1430 la mediación de D. Alfonso V llamado también D. Alfonso I el Magnánimo, consigue la paz entre aragoneses y castellanos mediante las Treguas de Majano. Doña Blanca de Nabarra, en ausencia de su marido, gobierna su reino protegiendo las fronteras. El 17 de febrero de 1439 Doña Blanca redacta su testamento. En el se reconoce como Reina de Nabarra y deja dispuesto que, a su muerte, el trono recaerá en su hijo D. Carlos, pero con una cláusula que indica que su hijo no puede usar titulo de rey sin el permiso de su padre.

El príncipe D. Carlos, se casa con la princesa Doña Inés de Cleves el 30 de septiembre de 1439 en el castillo de Olite. Doña Inés era hija del Duque de Cleves y sobrina D. Felipe el Bueno de Borgoña. A los nueve años de casados el 6 de abril de 1448, Doña Inés tras una penosa enfermedad, muere sin haberle dado un heredero a Don Carlos. El príncipe de Viana tuvo varias amantes. A los treinta años se enamoro de Doña María de Armendáriz, doncella de su hermana Doña Leonor con la que se comprometió casarse si le daba un hijo varón. Pero le dio una hija, Doña Ana de Nabarra, que se casaría con D. Luis de la Cerda, Conde de Merinaceli.

En 1441 la Reina Doña Blanca de Nabarra muere en el Monasterio de Santa María Nieva al regresar de una peregrinación al Monasterio de Guadalupe. Con el permiso paterno, y como era deseo de su madre, D. Carlos de Viana pasa a reinar en Nabarra.
D. Juan II  se casa con Doña Juana Enriquez, una mujer de fuerte carácter decidida y soberbia que no cae bien a muchos nabarros y a un sector importante de la nobleza, quienes comienzan a cerrar filas en torno al Príncipe de Biana. Por otra parte D. Juan II padre del Príncipe, sigue continuamente ausente del reino, y cuando hace acto de presencia es para despojar a D. Carlos de su lugartenencia del reino y actuar como en autentico Rey de Nabarra.

En el escudo de armas del Príncipe de Biana, hay dos sabuesos o lebreles  royendo un hueso simbolizando los canes los Reinos de Francia y Castilla, y el hueso Nabarra. Una leyenda encima de los perros: “Untrinque roditur”, por todas partes roen. El reino se encuentra dividido en dos bandos, los Beaumonteses partidarios del Príncipe de Viana D. Carlos, y los Agramonteses favorables a su padre D. Juan II. El 10 de mayo de 1452 mientras el Príncipe D. Carlos se halla recluido, Doña Juana Enriquez da a luz en la localidad de Sos, a su primogénito habido con D.Juan II, a el futuro D.Fernando El Católico. A partir de ese momento Doña Juana no va a dejar de conspirar y poner todo de sus parte, para que el infante D. Fernando llegue a lo más alto en los Reinos de Aragon y Nabarra, en decaimiento del Principe de Biana Don  Carlos.

En 1455 D. Juan II deshereda a su hijo D. Carlos y nombra como heredero al Reino a Gastón de Foix, que era el marido de su hija Doña Leonor y vasallo del Rey de Francia, a cambio de su ayuda militar. El Príncipe D. Carlos vuelve a ser derrotado el Estella. Abatido, inicia un largo recorrido por Europa en busca de apoyos para su causa.

Cuando estuvo en Nápoles fue recibido por su tío D. Alfonso V El Magnánimo, quien se interesa por su situación y hace suya su causa. El principe D. Carlos se enamoro de Doña Brianda Vaca, hermosa mujer de calidad, que le acompañaría hasta su muerte en Barcelona. Tuvo con ella un hijo, Don Felipe de Navarra y fue Conde de Beaufort. Estuvo a punto de casarse con Doña Brianda, y sus amigos antes de su muerte le instaban a que lo hiciese in articulo mortis, para dejar a D. Felipe como heredero. Pero el Príncipe D. Carlos comprendió que la herencia que le iba a dejar era muy pesada para aquel niño y solo serviría para continuar las luchas fraticidas y por ello prefirió dejar a su hermana Doña Blanca como legitima sucesora tal y como habían dispuesto su abuelo D. Carlos III y su madre. Además Doña Brianda le había creado algunos problemas que le obligaron incluso a separarla de su lado.

En Sicilia se enamoro de una doncella de baja extracción a quien se le conoce con el nombre de Capa con la que tuvo otro hijo, D. Juan Alfonso de Navarra y Aragón, que luego fue abad de San Juan de la Peña y obispo de Huesca. El príncipe D. Carlos no descuida su interés por el arte y las letras, y traduce libros, compone versos y se relaciona con poetas y literatos, especialmente con Ausias March, del que llega a ser gran amigo. Durante la estancia en tierras sicilianas, se ve afectado por una extraña enfermedad que le hace fatigarse e incluso le impide montar a caballo, teniendo se trasladado en litera

Las cortes de Pamplona ( Beaumontesas ) en marzo de 1457, le nombran como Rey de Nabarra. El 26 de junio su tío D. Alfonso V, redacta su testamento donde nombra a D. Carlos como Príncipe de Gerona, es decir heredero de los Reinos de Aragón, Valencia, Mallorca, Cerdeña, Sicilia, y el Principado de Cataluña, eso si todo esto será heredado tras la muerte de sus padre D. Juan II. Un año después en 1458 muere su tío D. Alfonso V El Magnánimo. Inmediatamente su padre D. Juan II, es coronado como Rey de Aragón, mientras al Príncipe de Biana se le ofrecen las Coronas de Nápoles y Silicia, pero D. Carlos se encuentra sumido en una gran depresión por la muerte de su tío.    

Tras departir sobre temas políticos y matrimoniales con D. Juan II, el príncipe D. Carlos se embarca el 28 de agosto de 1459 hacia Mallorca alojándose en el Palacio de la Almudaina y celebrándose grandes fastos en su honor. Allí tuvo un amor, Margarita Colom de la que no solía hablar y dejo ”prenyada”. Según cuenta el historiador mallorquín Gabriel Vard Martorell, fruto de ese amor fue Cristóbal Colom. El hijo de Doña Margarita pudo nacer en la primavera de 1460. Dice el historiador que dado que el príncipe no se preocupaba de mantener en secreto sus otros amores, no se comprende su empeño inocultar la identidad de este nuevo hijo natural que le atribuye el historiador mallorquín. Esto nos crearía un problema mayor en la historia al pensar que si las cosas hubieran sucedido así, Cristóbal Colom seria hermanastro del Rey Fernando El Católico. Este dilema  podría ser resuelto con un cotejo de ADN entre D. Carlos Príncipe de Biana y D. Cristóbal Colom.

Tras las Cortes de Estella (agramontesas), es proclamada heredera al trono por su padre su hermana Doña Leonor, quien hace prevalecer sus derechos sobre los de su hermano D. Carlos. En 1460 con la excusa de su estado de salud, (dice que el clima no le sienta bien) D. Carlos abandona la isla de Mallorca, y sin el permiso de su padre, el cual lo tenia confinado en la isla, se dirige a Barcelona. Allí se celebra la Concordia de Barcelona, al objeto de llegar a la paz entre beaumonteses y agramonteses. A finales de septiembre inicia una peregrinación al Monasterio de Monserrat

D. Carlos entra en negociaciones con D. Enrique IV de Castilla, para un futuro matrimonio con su hermanastra, la infanta Doña Isabel. La reacción de su padre D. Juan II, al enterarse, es extremadamente violenta, de tal manera que el 2 de diciembre lo detiene en Lleida,  y durante tres meses, recorre prisiones como Aytona, Fraga, Zaragoza, Miravet y finalmente Morella. Mientras, se producen altercados y revueltas en Cataluña y Nabarra a favor de su liberación. En Morella y tras la fatiga del viaje, pide que le traigan un medico por “sufrir un fuerte dolor en las entrañas”.

“Cuantos le rodeaban veían que Don Carlos estaba muy enfermo y que pese a los cuidados que le prodigaban, la enfermedad que padecía seguía su curso inexorable”. Se ofrecieron votos, se hicieron rogativas públicas, pero todo ello fue inútil. Los historiadores mencionan que “hacia tiempo que la fiebre le consumía”. Tenia periodos de calma, pero de pronto se agudizaba y cada vez desmejoraba más.

La Diputación del General solicita la inmediata puesta en libertad del Príncipe de Viana, y su renovación como candidato a rey. Tropas castellanas penetran en Nabarra, originando una nueva revuelta de los beaumonteses. El Consell del Principado proclama al Príncipe Carlos heredero de Cataluña. Ante la gravedad de los hechos, Juan II decreta su libertad el 25 de febrero. El 12 de marzo Don Carlos es recibido de forma apoteósica en Barcelona,y mediante las Capitulaciones de Villafranca del Penedes, se le reconoce como heredero de la corona aragonesa, jurando su cargo como Lugarteniente de Cataluña.

La salud de D. Carlos Príncipe de Biana, empeora, y el 21 de septiembre la fiebre habitual en el, se hace critica. Sus allegados organizan una peregrinación al Monasterio de Monserrat y se ofician actos religiosos. El 23 de septiembre de 1621 el Príncipe de Biana D. Carlos, fallece en Barcelona. Sus exequias se convierten en duelo nacional, quince mil personas desfilan ante su féretro, cuyo funeral es presidido por Don Felipe, hijo natural del Príncipe D. Carlos.

Sus restos son trasladados a la Catedral de Barcelona. Según los historiadores de la época, se le corto el antebrazo derecho para conservarlo en un relicario de plata en el Monasterio de Valdedoncellas, donde desapareció años mas tarde. Se le practico la autopsia para comprender la causa de su muerte y embalsamarlo. Los médicos diagnosticaron que la muerte fue ocasionada por una pleuresia. Se hablo también que podría haber muerto envenenado con arsénico, pero el estudio del cadáver presentaba huellas de haber sufrido una pleuresia de origen tuberculoso. Respecto a la posibilidad de que se emplease un veneno vegetal como la Aconitinia, no parece posible por la sintomatología que se describe en las crónicas de la época.

Lo que si se ha podido comprobar es que la parte superior de la momia (cabeza, tórax, y extremidades superiores), pertenecen aun varón de unos 40-45 años como tenia el Príncipe de Biana Don Carlos, en el momento de su muerte, mientras que de la cintura para abajo, (tronco, pelvis, y extremidades inferiores), pertenecen a una mujer de 50-60 años, error que probablemente fue cometido cuando se pensó reponer cada una de las momias amontonadas y mezcladas en sus sarcófagos correspondientes después de la violación de las tumbas de los Reyes de la Corona de Aragón en el Monasterio del Poblet, cometidas por el populacho en busca de objetos de valor. Es perceptible por la morfología que los restos se tratan de personas diferentes. Puede verse con todo detalle con lo relativo al estudio de esta momia con numerosas fotografías en el informe presentado por el profesor José Manuel Reverte Coma, al museo de historia de Cataluña.

En definitiva D. Carlos príncipe de Biana, fue un hombre que amo con ternura al pueblo sobre quien debía de haber reinado pacíficamente, según se recoge de la sentida invocación que precede a su crónica. “ E por ende,¡ oh tu Navarra! Dellos (de sus magnificos Reyes) así como de perlas ornada con mucha razón, e como de tanto beneficio ensoberbecida en tus pobladores e gentes puedes e pueden ellos continuamente cantar tu grande alabanza!... E tu Navarra no consintiendo que las otras naciones de España se igualen contigo en la antigüedad de la indignidad real, ni en el triunfo e merecimiento de fieles conquistas, ni en la antigua posesión de tu acostumbrada lealtad, ni en la original señoría de tus siempre naturales reyes e señores, por justicia de los cuales, con muy grant esfuerzo, has sobrevivido muchos e grandes infortunios e daños”. El sentido de la vida de el Príncipe de Biana se resume en esta lapidaria sentencia: “Príncipe mas señalado por sus continuas desgracias que por otra cosa alguna. No alcanzo tanta ventura cuanta era su condición y otras buenas partes merecían”.

Nabar Gorri                                                               

Bibliografía:
Arturo Campion - Nabarra en su vida histórica
Mariona Ibars i Puga - El pincep de Viana
Mario Siculo
Gabriel Verd Martorell
José Manuel Reverte Coma
Gorgas.gob
Galeon.com
Wikipedia

miércoles, 6 de junio de 2012



El príncipe de Biana


En la ciudad de Tutera, concretamente el 20 de enero del año 1423, el rey Carlos III de Nabarra, que ha pasado a la posteridad como el Noble, instauraba el título de príncipe de Biana para su nieto también llamado Carlos, legítimo heredero de su hija Blanca de Nabarra y con vistas de salvaguardar el Reino o Estado de los nabarros, de las garras ambiciosas de su yerno, el infante aragonés de origen castellano Juan de Trastámara, el cual ha pasado a la historiografía nabarra como el Usurpador.
A día de hoy, podemos afirmar sin ningún tipo de duda, que este título
originariamente nabarro, también ha sido usurpado por el heredero al
trono español, Don Felipe de Borbón y Grecia. Incluso de este acto se
hace eco parte de la historiografía española, pues así lo menciona sin
ningún tipo de pudor, ya que consideran al infante Don Carlos de
Borbón-Dos Sicilias, como legítimo dueño del título, e incluso se
atreven a señalar a su madre, Doña Alicia de Borbón-Parma, como la
legítima reina de todos los nabarros y nabarras, siguiendo para ello un
falso orden histórico de sucesión, el cual es tan ilegítimo como aquel
que aportan aquellos que sostienen a Don Felipe de Borbón y Grecia como
príncipe de Biana.
A decir verdad, no han sido solo los miembros de la casa de Borbón
quienes han suplantado de forma ilegal, al verdadero o la verdadera
poseedora del título del heredero o heredera a la Corona de Nabarra. Tras
la invasión militar española, sin previa declaración de guerra del año
1512 y el asentamiento de la ocupación genocida española en las tierras
nabarras del sur del Pirineo, la casa de los Austrias, reinantes en el
reino de España e iniciadores de la colonización de los nabarros
surpirenaicos, utiliza de forma ilegítima y sin ningún tipo de rubor,
los títulos de rey de Nabarra y del príncipe de Biana, buscando
legitimarse ante un pueblo nabarro derrotado que sufría la terrible
represión de la soldadesca española y la denominada Santa Inquisición,
arma católica esencial e imprescindible para lograr el sometimiento de
los nabarros surpirenaicos.
Volviendo a la casa de Borbón o Bourbon, inicialmente a la rama de los
Anjou a la cual pertenece Don Felipe de Borbón y Grecia, debemos repasar
el Tratado de Utrecht realizado en el año 1714, entre rey Felipe de
Borbón, V de España y Louis XIV de Francia, este último también se
auto titulaba como III de Nabarra. En dicho tratado el rey español
renunció para él y todos sus herederos a todos los derechos sucesorios
en Francia y Nabarra, en beneficio del delfín de Francia, el futuro Louis
XV de Francia, el cual, a semejanza de su antecesor, también se auto
titula como IV de Nabarra. Este Tratado nos indica, que en la guerra de
sucesión española iniciada en el año 1833, ninguno de los pretendientes
al trono español podía titularse como rey de los nabarros y nabarras.
Legalmente el único miembro de la casa de Borbón, que ha ostentado de
forma legítima el título de príncipe de Biana, fue Enrique de Borbón y
Albret, que accedería al trono del Reino o Estado de Nabarra a la muerte
por asesinato de su madre, la reina Juana III de Nabarra. Así,
concretamente, e1 día 1 abril del año 1553, en el bello palacio de Pau,
la aún princesa de Biana, Juana de Albret, paría a un hijo varón, al
cual le dan el mismo nombre que su abuelo el rey de Nabarra, Enrique II el
Sangüesino.
Desde la instauración del título de príncipe de Biana, este tenía lo
obligación de ser educado en la Corte del Reino Soberano de Nabarra. Por
ello, tras el asesinato de Enrique III de Nabarra y IV de Francia, los
Estado Generales de Nabarra pidieron al hijo de este, el delfín de
Francia y futuro Louis XIII, su presencia en la Corte de Pau, pero este
bajo consejo del cardenal Richelieu, no solo se niega, sino que renuncia
al título de príncipe de Biana, tanto para él como para todos sus
sucesores, es decir, para cualquier rama de la casa de Borbón. Pero por
si esto no fuera poco, el testamento realizado en el año 1607 por Enrique
III de Nabarra y IV de Francia, deja bien claro que el Reino de Nabarra, y
por tanto todos sus títulos, era devueltos a la casa de los Albret, la
cual posee en la actualidad herederos y herederas directos de Catalina de
Foix y Juan de Albret, que dado el caso y siguiendo el Derecho
Pirenaico-antes leyes que reyes-podría volver a gobernar en un Estado
Soberano de Nabarra, solo si así lo decidimos los nabarros y nabarras.

Iñigo Saldise Alda.